Muchas son las historias del Ejercito Romano y de las innumerables luchas y guerras que tuvo que librar contra los enemigos de Roma. En el siglo I-II d.C, en la Dacia (la actual Rumanía), un nuevo poder se había levantado al bajo el gobierno del rey Decebalo (87-106 d.C), fortalecido tras años de generosas pagas por parte de Roma, con dos débiles emperadores de cara a la política exterior (Domiciano y Nerva). Con la llegada de Trajano al poder en Roma, la política cambiaría y el conflicto con la Dacia comenzaría. En dicho conflicto el ingenio de roma se puso a prueba debido a la presencia de un arma que obligaría cambiar la panoplia de combate romana, el Falx.
El falx o el
falce es una palabra latina que originalmente definiría a una hoz.
Posteriormente se usaría para definir una serie de herramientas de hoja curva,
que era afilada en el borde interior. Haciéndolo semejante a una guadaña.
Está arma fue
la causa de que el equipamiento de combate romano se modificara, incluyendo a
partir de entonces protecciones para brazos y piernas. Descrita en
los textos latinos como Ensis falcatus.
El origen de
esta arma es la Dacia, al norte de Grecia, Semejante a la Rhomphaia tracia, y es muy posible que el origen de la Falx podría tener su origen en la
herramienta agrícola de la que hereda el nombre (la Hoz, Falx en latín)
Existen dos
versiones según su tamaño. Por un lado tendríamos una variante
corta, la sica, y por otro una versión más larga, la falx.
La Sica se
trata de una espada curva, cuyo único borde cortante se encuentra al interior.
La longitud de la lámina variaba pero por lo general alcanzaba los 41
centímetros y un mango de aproximadamente un tercio de la cuchilla, con un
centro de gravedad más cercano a la punta que a la empuñadura.
Por su parte,
el falx, se consideraba un arma de asta. Aunque se podía usar con
una sola mano, habitualmente se empuñaba con ambas. Consistía en largo
de madera de casi un metro de longitud con una hoja de casi la misma longitud
unida al extremo.
La hoja estaba afilada al
interior, y su forma y uso resultó ser muy eficaz. Pudiendo cortar un escudo
con facilidad o atacar la extremidades, que habitualmente se encontraban
desprotegidas, haciendo su máxima el hecho de que soldado herido era soldados
incapacitado para el combate. Esto, obligo al ejercito romano a actualizar
su equipo de combate, en especial su armamento defensivo que vio como se
reforzaba el yelmo con bandas metálicas, así como los hombros, bordes del escutum y añadiendo protecciones en el
brazo que manejaba el arma y piernas, para evitar las terribles heridas que
provocaba el arma enemiga, dando lugar a la aparición de la lorica segmentata.
No hay duda del poder destructivo de este arma, capaz de
partir un escudo o de salvar la defensa para poder cercenar la extremidad
enemiga dejándolo completamente inutilizado.
Existen varios ejemplos del falce, representadas en la
columna de trajano, el monumento erigido para conmemorar la victoria sobre los
dacios y en el monumento conmemorativo a la trajano en Rumanía.
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