miércoles, 20 de abril de 2016

Riqueza y pobreza en la antigua Grecia

Uno de los aspectos más importantes de todo estado es la población. Este elemento, resulta ser fundamental ya que determina la producción y por tanto, en definitiva, la riqueza de un país. De esta forma a la hora de estudiar cualquier civilización no debemos centrarnos meramente en la historia política, sino también en el conjunto de personas que formaron esa civilización para así poder conocer ciertos aspectos de la historia.



El estudio de las sociedades, entendidas como un ente económico y no sólo político es algo relativamente nuevo, teniendo sus primeros pasos en el  siglo XIX para ser exactos. Y aunque ya existían alguna serie de estudios de este carácter con anterioridad, nunca se había planteado unirlos con el estudio económico para hacer una historia que cubriese todos los puntos de vista. Además cabe destacar qué  desde que se comenzaron a realizar esta serie de estudios, el interés se fijó desde un primer momento en una parte de la población relativamente conocida, los esclavos. Sin embargo, la mayoría de la población era campesina, pero resulta que  la esclavitud en una Grecia idealizada llamaba mucho más la atención. Poco se ha trabajado a dar un enfoque dedicado a la vida rural, ya que se trata de una parte mayoritaria  de la población, pero a la que tradicionalmente nunca se le ha otorgado un papel preponderante.
En nuestro pensamiento actual riqueza y pobreza son dos términos que designan dos extremos de una realidad: el tener o no tener dinero. Consideramos rico aquel que cuenta con una fortuna que representa más de lo que necesita, mientras que pobre es aquel que no puede sobrevivir con lo que tiene. De esta forma existen en nuestra sociedad actual una “clase media” que tiene para vivir, sin llegar a la exuberancia.  Así, en nuestro concepto de la sociedad, el trabajo no es algo directamente relacionado con ser rico, ya que el ser rico no implica no tener que trabajar. Sin embargo, Esto no pasaba en la Antigua Grecia, donde era común que el rico era precisamente él que no trabajaba. Así, la necesidad de tener un trabajo era lo que definía esas categorías social. Es importante señalar como para los griegos el tener un trabajo suponía depender de otro y por lo tanto no se te consideraba totalmente libre. De esta forma si alguien necesitaba trabajar esperaría hacerlo bajo su propio mandato, ya que si no tenías obligatoriamente que depender de alguien, es decir, estar sujeto a ese alguien. Así, la sociedad griega se presenta en un primer momento como una sociedad en la que la gran mayoría eran pobres. Esto no quiere decir que la población estuviese fundamentalmente formada por personas de escasos ingresos, sino por personas que necesitaban trabajar. Se distinguía así también entre aquellos que no poseían nada y vivían de la mendicidad y, los que necesitaban trabajar. Podríamos considerar así la existencia de una especie de “clase media” que trabajaba y gracias a ello podía vivir, aunque en ese momento no fuese considerada como tal. Esta división entre ricos y pobres entrañaba además una serie de cualidades morales asociadas a cada “clase social”. Para un griego, ser pobre era equivalente a ser infeliz, lo que venía de la mano de una dudosa moralidad en la que en muchas ocasiones se consideraba al pobre como alguien corrompido y con escasas virtudes. Por otro lado, las personas ricas son aquellas que tienen la posibilidad de ser virtuosos, es decir, de desarrollar unas ciertas cualidades morales. Precisamente este será motivo por el que las magistraturas y el poder disfrutar de todos los derechos, serán cosas reservadas a las aristocracias. De tal manera que esa total posesión de los derechos de ciudadanía sería algo reservado para los terratenientes, para aquellas personas que viven del trabajo de los “pobres”.
Se hace necesario hablar ahora de la ciudanía, y sobre quiénes eran los que podían ostentar ese título. Por norma general solo eran ciudadanos los varones mayores de 18 años. A partir de esa premisa inicial hay que introducir una serie de variables que ocasionaban que el pertenecer a una poleis fuese algo muy limitado. Esas limitaciones no respondían sólo al estatus social o económico, sino también al sexo. Las mujeres y los extranjeros no eran considerados ciudadanos, pero los últimos podían intentar conseguir la ciudadanía a través de alianzas matrimoniales con la aristocracia o la compra de tierras. Hay que destacar que incluso los ciudadanos libres de una poleis, tenían acceso a diferentes niveles en los derechos, y solo los aristócratas disfrutaban de todos los derechos ciudadanos. El mayor de los derechos era desempeñar una magistratura y esto estaba solo al alcance de unos pocos.  Sin embargo, el resto de ciudadanos sí que podía participar de forma activa en las asambleas, pero no podía acceder a los cargos públicos.

La existencia de estas diferentes categorías se refleja en diferentes facetas de la sociedad, como es el acceso al cuerpo militar. Aunque este no estaba directamente vetado a los de las “clases” más pobres, el hecho de que el propio soldado tuviese que pagarse el armamento limitaba de por sí ese acceso. De esta forma se aprecia con claridad como existía una falta de igualdad de los ciudadanos ante la ley y la política, y de cómo no existía isonomía entre la población. 
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