viernes, 29 de abril de 2016

El Quilombo de los Palmares.

Se conoce como quilombos a los territorios en los que los esclavos negros huidos (cimarrones) formaban comunidades organizadas políticamente, durante el período de la colonización portuguesa de Brasil. El hecho de estar agrupados y organizados bajo el mandato de un líder les permitía coordinar su defensa para evitar la captura y el retorno a la esclavitud, razones por las que el más famoso de ellos, el Quilombo de los Palmares, llegó a existir durante más de un siglo, entre 1580 y 1710.
Los primeros relatos hablan de una reunión de pequeños asentamientos agrícolas en el oeste de la región de Pernambuco, que por su difícil acceso resultaba ideal para esconderse. En 1630 comenzó a crecer, cuando la zona fue invadida por los holandeses, en guerra contra Portugal. Aprovechando el caos generado por la invasión, muchos esclavos optaron por fugarse, reuniéndose con los que ya habitaban los poblados anteriores; la competición entre portugueses y holandeses por controlar Pernambuco creaba las condiciones ideales para que los esclavos fugados construyeran su propio espacio en la zona. Para cuando el conflicto con Holanda hubo terminado, ya se había consolidado en el territorio una especie de estado propio.


lunes, 25 de abril de 2016

Villalar, el triunfo del emperador ausente.

El pasado sábado, 23 de abril, se acumularon celebraciones en nuestro calendario sin que apenas nos diéramos cuenta. Ante la imponencia del IV centenario de la muerte de Cervantes y Shakespeare; y el idilio protagonizado por Sant Jordi, su dragon y sus rosas, día grande de Aragón pero también de Cataluña. Ante libros y dragones nos rendimos y olvidamos una conmemoración más antigua y mucho más relevante desde el punto de vista / en su contexto histórico. Un 23 de abril de 1521, hace ya casi cinco siglos, tenía lugar en las tierras de Castilla la derrota de los comuneros y el fin de la resistencia contra el joven emperador, la Batalla de Villalar es el ocaso de un mito trágico, la única muestra de rebeldía por parte de la fiel Castilla, aquella de la que Fernando quiso desligarse en sus últimos años pero a la que cedió Navarra pues afirmaba que las leyes castellanas hacían más fácil la gobernabilidad de cualquier reino. La gran Castilla, conquistadora de las Indias y cuna de la reina católica se rendía, obligada por las circunstancias ante su nieto, el Habsburgo, el extranjero, el Emperador.



En 1520 la situación en Castilla llevó a un levantamiento por parte de un amplio sector de la burguesía que consideraba que el rey Carlos no era adecuado para ocupar el trono castellano, su desconocimiento de la lengua, las costumbres y las instituciones, su rechazo a las Cortes y su recelo de todo lo castellano en favor de sus favoritos alemanes, su preocupación por la cuestión imperial y su explotación humana y económica de los recursos castellanos le convirtieron en enemigo declarado de los llamados comuneros que reivindicaban un monarca que se preocupara realmente por Castilla y no que únicamente portara su escudo en el estandarte e hiciera gala de sus títulos en Europa.

El alzamiento ha sido un tema especialmente controvertido desde el punto de vista de la historiografía, difícil resulta determinar si se trata de un rechazo fiscal, similar a los que se habían sucedido en la Edad Media, o sus características particulares lo convierten en un revolución de corte burgués y antiseñorial, que habría sido por su cronología pionera dentro de este tipo de movimientos sociales. Como suele suceder la vía de “en medio” es la más explicativa en este caso. Si bien es cierto que una de las principales reclamaciones de los comuneros era la excesiva presión fiscal que Carlos ejercía sobre el reino con la intención de financiar su candidatura imperial y sus campañas europeas, no fueron los nobles, como venía acostumbrándose en el periodo anterior, ni las Cortes quienes iniciaron las reclamaciones, sino las familias adineradas de Valladolid y Toledo, quienes iniciaron las reclamaciones y la lucha armada.

Los comuneros defendieron a Juana I como soberana de Castilla por derecho propio y trataron de poner a la reina en contra de su propio hijo, con la intención de separar sus destinos del resto de la herencia del Emperador y convertir a Castilla en un reino de menor tamaño pero de mayor autonomía. Defendieron además que la locura de la reina había sido propiciada o aprovechada por su padre y su marido para hacerse cargo del destino de los castellanos, pero que era perfectamente capaz de gobernar el reino de su madre. A pesar de los esfuerzos de María Padilla por convencer a la reina de que firmara la secesión y recuperara sus derechos Juana se negó. Posiblemente sabedora de que la ruptura y el enfrentamiento con su hijo, Carlos, podrían ser mortales para el reino castellano y hacer que perdiera sus derechos y privilegios. Juana era consciente de que el emperador era un peligroso enemigo, no tanto por su relación familiar, sino por las obligaciones y responsabilidades que el título conllevaba. El Emperador no podría haber aceptado la insubordinación de Castilla sin pelear y el reino hispano no tenía la seguridad y la fuerza necesarias para vencer al emperador. Además Carlos era heredero legítimo de la reina y se necesitaba un motivo de peso para negarle su derecho al trono castellano. La reina, quizás loca pero no por ello menos consciente de su realidad rehusó apoyar a los comuneros y su rechazo les condenó a muerte.

El 23 de abril de 1521 en la modesta población de Villalar tenia lugar el enfrentamiento final entre las tropas imperiales y los comuneros. Poco antes de la batalla los castellanos se habían refugiado en Torrelobatón con la intención de partir hacia Valladolid o Toro y allí hacerse fuertes y defender su rebelión, pero las tropas de Carlos comandadas por el Condestable de Castilla se situaron en la cercana localidad de Peñaflor de Hornija a la espera de algún movimiento por parte de los rebeldes. La madrugada del día 23 las tropas forzaron a Padilla para que avanzara hacia Toro con la intención de buscar refuerzos, armamento y provisiones, era el movimiento que el ejército imperial estaba esperando haciendo el conflicto inevitable. Padilla buscó un lugar propicio para el enfrentamiento y eligió la localidad de Villalar (actualmente Villalar de los Comuneros en su honor). El enfrentamiento era tremendamente desigual, las tropas comuneras eran escasas y aún se redujeron más por las deserciones en los momentos anteriores a la batalla. Fue una auténtica masacre, la superioridad del ejército de Carlos aplastó la revuelta sin apenas oposición y logró capturar a más de 6000 prisioneros además de los cerca de un millar de muertos que se había cobrado el enfrentamiento.

Al alba del día siguiente fueron ejecutados los tres grandes cabecillas masculinos de la revuelta, Padilla, Bravo y Maldonado. Las fuerzas comuneras resistieron durante casi un año más en Toledo hasta su rendición definitiva en 1522, tras la que se produjo una amplia amnistía que perdonaba la traición de los comuneros. María Pacheco se vio obligada a abandonar el reino y refugiarse en Portugal, dónde acabaría sus días, bajo pena de muerte.

Esta semana hemos recibido nuestra primera petición, lo cual nos llena de felicidad, aunque el tema es un poco trágico. Dedico este post, por tanto, a su inspiradora, Ana, que lo ha hecho posible.

Si tenéis dudas, preguntas, comentarios o sugerencias no dudéis en escribirnos.
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miércoles, 20 de abril de 2016

Riqueza y pobreza en la antigua Grecia

Uno de los aspectos más importantes de todo estado es la población. Este elemento, resulta ser fundamental ya que determina la producción y por tanto, en definitiva, la riqueza de un país. De esta forma a la hora de estudiar cualquier civilización no debemos centrarnos meramente en la historia política, sino también en el conjunto de personas que formaron esa civilización para así poder conocer ciertos aspectos de la historia.

lunes, 18 de abril de 2016

La Batalla de Culloden: el fin de la vida en las highlands

Many's the lad fought on that day,
Well the Claymore could wield,
When the night came, silently lay,
Dead in Culloden's field.
Burned are their homes, exile and death,
Scatter the loyal men,
Yet ere the sword cool in the sheath,
Charlie will come again.
Skye Boat Song


Hace 270 el mundo de las highlands escocesas sucumbía bajo el poder del ejército inglés. La forma de vida, que había prosperado durante siglos en los antiguos páramos y majestuosos castillos, se derrumbaba sin remedio por la excesiva ambición de un joven príncipe. Ya comentamos anteriormente a grandes rasgos el desarrollo de los levantamientos jacobitas, pero es hora de centrarnos de manera particular en el último de ellos, el levantamiento de 1745.

La pérdida de la corona por parte de la dinastía Estuardo conllevo varias rebeliones armadas que trataron, sin éxito, de devolver al trono al monarca católico. La muerte de Jacobo II en 1701 no puso fin a los levantamientos sino que, al igual que ocurrió con las fuerzas carlistas, los jacobitas no se rindieron y continuaron reclamando la vuelta de sus sucesores al trono. En 1745 le tocó el turno al joven Carlos Eduardo Estuardo, más conocido como el Bonnie Prince Charles, nieto de Jacobo II e hijo del pretendiente de 1715, Jacobo III. Nacido en el exilio, a sus veinticinco años cuando estalló la rebelión nunca había pisado tierras británicas. Criado en Roma y Bolonia bajo la protección del papa Clemente XI se educó en el más ferviente catolicismo y en la necesidad de librar a su pueblo de la amenaza protestante.

Sus aspiraciones regias le llevaron en 1744 a visitar París e instalarse en la corte de Luis XV, su intención era lograr el apoyo francés para lograr conquistar el trono. Su primo, sin embargo, no estaba dispuesto a ser especialmente generoso, si bien por su relación familiar se vio obligado a otorgarle algunas cantidades de dinero y la promesa de enviar tropas cuando estallara el conflicto, estas fueron casi insignificantes si tenemos en cuenta que el joven aspirante esperaba entrar en Inglaterra con el respaldo del ejército francés a sus órdenes. A pesar de su precaria situación el joven príncipe decidió cruzar Calais en julio 1745, buscar el apoyo de los clanes escoceses e iniciar un nuevo levantamiento.

Los primeros meses de su rebelión fueron todo un éxito, logró sin apenas problemas hacerse con el control de las highlands y las zonas rurales en torno a Edimburgo. En septiembre de ese mismo año se decidió avanzar hacia la ciudad y tras una gran victoria militar. La Batalla de Prestonpans, en la que los escoceses habían logrado imponerse al temible ejército británico con una táctica inesperada, atacaron en medio de la noche con tropas, a priori, menos experimentadas y con un armamento más precario, su victoria fue aclamada y alzó la moral de las tropas lo que les llevó a avanzar rápidamente hacia territorio inglés. Todo parecía posible en aquel momento, se conquistaron algunas plazas fuertes al norte de la propia Inglaterra sin apenas esfuerzo, como Carlisle o Manchester, y se adentró profundamente en territorio inglés, acercándose peligrosamente a la propia Londres.

El joven pretendiente encontró un apoyo social menor de lo esperado en su acercamiento a la capital inglesa y eso le llevó a dudar si debía o no conquistarla. El prometido apoyo francés no acababa de llegar, mientras el General George Wade y el Duque de Cumberland, defendían la ciudad con una milicia aún sin entrenar. Para mejorar sus posibilidades los ingleses hicieron llegar un falso informe sobre la existencia de otro brazo armado del ejército que amenazaba con cercarles por el norte. La duda del Bonnie Prince meses más tarde se demostró fatal. La cercanía del invierno y la imposibilidad de combatir bajo ese clima le obligó a retrasar sus filas hasta Glasgow en diciembre y en tras una nueva victoria en los alrededores de Falkirk se decidieron a pasar allí, a duras penas, la fría estación.

Cuando el clima permitió combatir de nuevo las tropas escocesas estaban exhaustas, hambrientas y desmoralizadas después de varios meses de inactividad, lejos de sus familias y hogares. Las tropas de highlanders tenían un armamento precario, pocos de ellos portaban espada y las armas de fuego eran aún menos numerosas, los demás debieron armarse de forma improvisada con lo que su labor en el campo les permitía, mientras que las tropas inglesas estaban bien alimentadas, armadas y pertrechadas para el combate. A pesar de sus esfuerzos las tropas jacobitas perdieron varios enfrentamientos y tuvieron que retirarse hacia el norte, fracasando en la captura de plazas tan simbólicas como el castillo de Stirling o Fort William.

En abril de 1746 la situación era insostenible, las tropas escocesas se encontraban al borde de la extenuación, mientras que el ejército de Cumberland se acercaba rápida y violentamente. El 14 de abril se vieron obligados a tomar la decisión de enfrentarse a toda la fuerza del ejército británico o rendirse y esperar clemencia. El Bonnie Prince decidió quemar su último cartucho y tomar el mando de sus tropas en una nueva batalla a campo abierto  en el páramo de Culloden. En el amanecer del 16 de abril se inició la tragedia. El Duque de Cumberland, al que sus acciones aquel día le valdrían el apodo del Carnicero, ordenó arrasar a las tropas de las highlands a las que superaban al menos tres veces en número. 

En apenas una hora Cumberland acabó con toda una forma de vida, con sus tradiciones, con su cultura. Masacró sin consideración al menos a 1.250 highlanders, hirió a otros mil e hizo prisioneros al menos a 500 más y a cambio recibió apenas medio centenar de muertos en sus filas. Una vez concluida la batalla ordenó ejecutar a todos los jacobitas heridos y prisioneros con la intención de sentar un precedente que evitar futuros levantamientos. Únicamente los líderes de los clanes sobrevivieron, aunque de manera efímera, puesto que fueron juzgados y ejecutados posteriormente. Sólo un pequeño grupo logró huir del campo de batalla y llevarse con ellos al fracasado pretendiente hasta la isla de Skye. Carlos logró finalmente huir de Escocia y refugiarse en Francia, según cuenta la leyenda, haciéndose pasar por la doncella de Flora MacDonald, una adinerada dama favorable a la causa jacobita perteneciente a la familiar que le había alojado en Skye. 

Los simpatizantes jacobitas, los combatientes huidos y prácticamente cualquier habitante de las highlands que hubiera alzado la voz alguna vez en favor de la causa fueron encarcelados tras la batalla de Culloden, la mayoría de ellos acabaron siendo esclavizados y enviados a las colonias, los demás estuvieron encarcelados durante varios años o desaparecieron sin dejar rastro. Pero el castigo por desafiar a Inglaterra no acabó ahí. El rey dictó varias leyes que acabarían definitivamente con la forma de vida de las highlands. Se destruyó el sistema de clanes y su estructura feudal, se prohibió el el uso del kilt, el tartán y cualquier otra prenda que pudiera resultar representativa de las highlands, incluyendo las gaitas que se consideraron armas de guerra. Se prohibió la religión católica y la episcopaliana, se controló y acosó a la población durante años, mediante la construcción de nuevos cuarteles y se enviaron más efectivos a la zona para evitar revueltas y controlar el terreno. En definitiva, se quemaron hasta las raíces de una cultura que había sobrevivido en Escocia durante siglos.


Quizás Carlos debió haber frenado su ambición tras tomar Edimburgo, quizás debió tomar Londres. Las tropas francesas debieron haber llegado antes o haberle acompañado. Quizás la excesiva ambición del joven príncipe fue precisamente su perdición, pero también había sido educado precisamente para llevar a cabo esa misión. ¿Debemos culpar al Bonnie Prince por sus decisiones? ¿a sus consejeros? ¿a los ingleses por su castigo desproporcionado? En una guerra es difícil, y absurdo, buscar culpables. Nunca sabremos que pudo pasar si las circunstancias hubieran sido otras, lo único que sabemos es que Culloden se convirtió en la batalla más trágica y dolorosa para el corazón de Escocia y destruyó su forma de vida tal y como la habían conocido. Por eso, hoy, 270 años después, es hora de dar un pequeño homenaje a aquellos hombres que murieron por defender su tierra, su cultura y sus tradiciones. 

Si tienes dudas, sugerencias, comentarios o críticas no dudes en escribirnos.  

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viernes, 15 de abril de 2016

El republicanismo en España

Ayer, 14 de abril se conmemoraba el aniversario de la Segunda República española, por lo que hemos escogido este día para reflexionar sobre el origen del republicanismo en España.

 

El republicanismo es por definición la teoría política que propone el establecimiento de una república como forma de gobierno. Fueron los romanos los primeros en establecer un gobierno de tipo republicano, denominación que derivaba de la fórmula res publica, es decir, el gobierno de la cosa pública. Si bien el concepto de república ya existía en la antigua Roma, la teoría del republicanismo es un producto de la modernidad. A raíz de la evolución de las llamadas repúblicas italianas se constituye toda una teoría política que aboga por la construcción de un gobierno liderado por el conjunto de la sociedad a través de unos representantes, no necesariamente elegidos democráticamente. En general las familias más poderosas de dicha urbe eran las encargadas de renovar el gobierno periódicamente, otra opción era la contratación de condotieros profesionales que a los que se encargaba el gobierno puesto que se consideraban más objetivos con respecto a las necesidades ciudadanas. A lo largo de la historia han existido numerosos modelos republicanos, algunos democráticos y otros autoritarios y despóticos que únicamente se diferenciaban del modelo monárquico al que criticaban en que su dirigente no ostentaba un título regio.

El republicanismo tal y como lo conocemos en la actualidad es, sin embargo, un producto de las revoluciones liberales. Tanto los Estados Unidos como la Francia revolucionaria escogieron la república como forma de gobierno para su territorio. La primera tuvo más éxito que la segunda y aún se mantiene vigente bajo los mismos principios esenciales, mientras que Francia por su parte puede contar cinco tentativas republicanas a lo largo de su historia.

Pero centrémonos en el caso hispano, al igual que había ocurrido en los ejemplos anteriores, la primera vez que España se planteó un modelo republicano fue durante su revolución de corte liberal, La Guerra de la Independencia. La expulsión de Fernando VII del territorio nacional supuso para muchos una señal de que era necesario implantar una república que se hiciera cargo del control de España, las Cortes de Cádiz llegaron incluso a plantearlo que debía instaurarse una república tras la guerra. Finalmente, el estallido revolucionario fue únicamente teórico, puesto que el conjunto de los españoles acogió con esperanza e ilusión el regreso de "El Deseado" y el republicanismo quedó alejado de la memoria colectiva durante medio siglo. Cabe señalar que esta tentativa representa el primer ejemplo de republicanismo décimononico, para que no se diga que España nunca es pionera en nada, y sirvió como inspiración para la construcción de los ideales políticos en las revoluciones posteriores.

Tras varias décadas de silencio político los repúblicanos crecieron en número y presencia durante el reinado de Isabel II. Los problemas internos, el debate legitimista y la guerra carlista sirvieron como detonante para la aparición de movimientos antimonárquicos que se organizaron para orquestar una nueva revolución, la Gloriosa de 1868. Tras su triunfo la casa de Borbón fue expulsada de España y las Cortes buscaron un nuevo candidato regio. El puesto recayó en Amadeo de Saboya pero su reinado fue efímero y lleno de dificultades, tanto es así, que él mismo renegó de su título y regresó a Italia. El gobierno viendo que la continuación de la monarquía resultaba imposible se vio forzado a proclamar la Primera República Española. 

Pero no nos engañemos, la Primera Republica fue un completo desastre. Los problemas internos derivados de la división entre los propios republicanos y la resistencia de los carlistas a renunciar a la monarquia llevó a un año de gran inestabilidad política en la que se sucedieron hasta cuatro presidentes cada uno con menos éxito y más problemas que el anterior. En apenas 11 meses se produjo el colapso, Manuel de Pavia dio un golpe de estado y el general Serrano se hizo con el control del gobierno, un sector del ejército, contrario a esta decisión organizó un nuevo pronunciamiento militar, que llevó a cabo el 29 de diciembre el general Martínez Campos. Visto el fracaso del nuevo proyecto monárquico y de la república las Cortes se vieron obligadas a solicitar a la familia Borbón su regreso al trono hispano y la restauración de la monarquía.

El rechazo a Isabel II estaba aún fresco en la mente del gobierno por lo que se llegó a un pacto con la reina, ella no regresaría a España, pero a cambio su hijo sería nombrado rey, recuperando así su antiguo patrimonio. Después de apenas seis años desde su expulsión los Borbones regresaron reinantes a España. Durante el periodo de la Restauración monárquica sobrevivieron algunos partidos republicanos, pero la organización electoral propuesta por Cánovas del Castillo y secundada por Sagasta hizo imposible que lograran una representación política suficiente como para plantear el regreso a la república. El caciquismo y el control electoral garantizaron el turno de partidos durante algo más de treinta años, hasta que el sistema entró en crisis, como ya explicamos en un post anteriormente. 

A pesar de los intentos del regeneracionismo político por renovar el modelo electoral e imponer una democracia real en 1923 Miguel Primo de Rivera, contando con el apoyo de Alfonso XIII, dió un golpe de estado y estableció una dictadura. Si bien los primeros años fueron dirigidos por un directorio militar que limitó fuertemente las libertades políticas; a partir de 1925 entramos en un periodo de directorio civil algo menos duro aunque manteniendo el corte conservador. A partir de este momento Primo de Rivera comenzó a perder popularidad dentro del propio ejército, que creía que los civiles eran incapaces de mantener un gobierno estable. . En 1926 la dictadura sufrió una primera tentativa de derrocamiento, conocida como la Sanjurjada, aunque el golpe militar no tuvo éxito, primo de Rivera perdió el apoyo del rey y del ejército, por lo que se vio obligado a abandonar España en enero de 1930.

A finales de ese mismo año los republicanos se reunieron en lo que se conoce como el Pacto de San Sebastián, reunión en la que acordaron terminar con el reinado de Alfonso XIII y sentaron las bases de lo que se constituiría como el gobierno provisional de la Segunda República Española. Aprovecharon las elecciones municipales que se celebraron el 12 de abril de 1931 para llevar a cabo sus planes. La victoria de los partidos republicanos en las grandes ciudades, aunque hubieran sido derrotados en el cómputo general, fue suficiente argumento para proclamar la república e iniciar una nueva tentativa de republicanismo en España. A pesar de los esfuerzos de sus dirigentes la Segunda Republica también fracasó. Después de apenas cinco años de gobierno la victoria del Frente Popular en las elecciones generales llevó a un nuevo golpe militar, iniciado el 18 de julio de 1936 y que conduciría a tres largos años de guerra civil y, finalmente, al triunfo del frente nacional y el establecimiento de una dictadura que controló el destino de España durante casi cuarenta años.

Si bien la Segunda Republica cometió importantes errores y fue incapaz de garantizar un gobierno estable, no podemos achacarle toda la culpa al modelo republicano. La situación europea en los años 30 era particularmente complicada e inestable. La crisis económica, la inestabilidad política y los problemas derivados de la aparición de nuevas propuestas ideológicas como el fascismo y el comunismo puso en serios apuros a todos los regímenes políticos europeos. En España a estos problemas generalizados, se unía además una profunda falta de industrialización, la mayoría de la población vivía en ambientes rurales y una marcada división ideológica. La República se esforzó por llevar a España al siglo XX pero carecía de los recursos necesarios para llevar a cabo las reformas necesarias para modernizar el país. Aún así debemos reconocerle importantes méritos que quizás han quedado deslucidos por la propaganda del régimen posterior. En primer lugar, la Segunda República impuso un modelo democrático real y fue el primer sistema político en España que declaró el sufragio universal, masculino y femenino, tras un largo debate en las Cortes. Además se realizó una importante reforma laboral, debida fundamentalmente a la fuerza de los sindicatos dentro de los diferentes partidos que mejoró de manera considerable los derechos de los trabajadores, también se dieron los primeros pasos hacia la industrialización plena del país, se inició una reforma agraria que mejoraría la vida en el campo y se reconocieron algunas libertades fundamentales como la libre asociación política y sindical o la libertad de prensa.  

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miércoles, 13 de abril de 2016

No paramos. Seguimos trabajando para daros más historias!

Hola amigos. Es posible que os extrañe que esta semana no hayamos publicado nada, no os preocupéis. Como sabéis, los escritores del blog no somos máquinas y eso implica que a veces no lleguemos a publicar, pero eso no implica que estemos parados.

miércoles, 6 de abril de 2016

La ciudad romana: un modelo de población

En roma, al igual que en Grecia, la ciudad y el campo formaron un todo inseparable.La ciudad tuvo un papel fundamental como control del territorio. La ciudad no solo sera el núcleo urbano, también el territorio que la circunda y sobre el que ejerce un dominio y control político y de explotación económica. El ámbito rural romano es un espacio plenamente antropizados, la mano del hombre se materializa en una continua transformación del paisajes para su aprovechamento productivo. La cultura urbana o ciudadana representa, en consecuencia, un alto nivel de complejidad  de antropizacion del paisaje.  La ciudad se dividía en las siguientes zonas: Zona natural, un  Sector “antropizados” y finalmente el Centro: urbe o  núcleo “antrópico” seria el centro neurálgico. Con un  carácter sagrado al que  se acoge la ciudadanía para sentirse protegida y ordenar, con la compañía y complacencia de los dioses, el cosmos propio.


lunes, 4 de abril de 2016

Respuestas a la crisis del liberalismo (I): el comunismo soviético

Después de la Primera Guerra Mundial y durante el periodo de entreguerras se extendió por Europa la idea de que el modelo político propuesto por el liberalismo había fracasado y que era necesario buscar un nuevo paradigma que permitiera romper con su estela y evitar el estallido de un conflicto de proporciones similares a la Gran Guerra. A grandes rasgos aparecieron tres nuevos proyectos, el comunismo ruso, el fascismo y sus derivaciones; y la socialdemocracia. Sin embargo, la historia nos ha demostrado que todos ellos fracasaron en su intento por evitar un nuevo enfrentamiento mundial y culminaron con la guerra más cruenta de la historia del planeta, la Segunda Guerra Mundial. En esta ocasión hablaremos del primero de ellos, al menos en orden cronológico, la respuesta comunista y su plasmación práctica a través de la Revolución rusa y la creación del estado soviético.