Muchas veces en la sociedad actual vemos de forma natural la estructura social en la que vivimos. Una estructura en la que vemos a determinados individuos ejerciendo el poder, no solo político, aunque estos no sean los más capacitados. Pero esto no es una cuestión actual, la aparición de individuos que acaparan el poder y mandan sobre el común de la población es una cuestión que llevamos desde la aparición de las sociedades de jefatura, donde el jefe no tenía que ser el mejor del grupo, simplemente el que pudiera acaparar más poder. Y esto nos lleva amigos míos ni más ni menos que al momento en el que la sociedad vio necesario una jerarquización y reparto de las tareas del poblado, el neolítico.
Uno de los principales rasgos que
marco el paso de las sociedades paleolíticas/mesolíticas, a unas de corte neolítico
fue la aparición de las culturas de jefatura.
Estas sociedades se identifican
por la aparición de fortificaciones o elementos defensivos, dando un claro
mensaje de propiedad del terreno. Esto supone la existencia de poblados
defendidos o amurallados, pero no fortificados.
Es importante marcar la
diferencia entre amurallamiento y fortificación, donde la muralla es un simple
recinto que separa en espacio del hombre de los elementos hostiles de la naturaleza,
es decir animales salvajes, pero cuando la necesidad es de protegerse de otro
ser humano, la simple valla no sirve. Empiezan a aparecer elementos que marcan
una intención más defensiva frente a otros seres humanos, como torres, caminos
de ronda, laberintos, fosos etc.
De esta manera, viendo la intención
de perdurar, es normal encontrarnos las cuencas hidrográficas como claros
elementos de diferenciación
Uno de los elementos más característicos
de las sociedades de jefatura, es que empieza a darse un desarrollo comercial,
buscan las relaciones con otras comunidades pero dejando claro que no son
inferiores a ellas. De esta manera vemos elementos característicos de diversas
comunidades alejadas de su lugar de origen, gracias al comercio.
Otro elemento es la aparición de
entidades étnicas, que vienen marcadas por el surgimiento de características estéticas
y el desarrollo de costumbres religiosas complejas. De esta manera, las
jefaturas favorecen la identificación de los grupos humanos, aflorando así los
elementos diferenciadores con características estéticas o rituales.
Con el desarrollo de la jefatura,
aparece una configuración familiar patrimonial, siendo su cúspide “el jefe”.
Este surge como protagonista social, poniendo por lo tanto el centro en el
individuo. Esta aparición del individuo dará como resultado la reconfigurarcion de las
comunidades de jefatura como una estructura patrimonial, comúnmente conocida
como “clan”. De esta manera las familias, se convierten en grupos de varios núcleos,
conscientes de sus antepasados comunes, donde el parentesco se supone, anclando
sus rasgos familiares comunes a un antepasado común de carácter mítico.
En este contexto, vemos normal,
que empiece un desarrollo de los valores guerreros, desarrollando una relación directa
con las armas y donde la lucha heroica queda marcada como elemento
protagonista. Algo que con el tiempo vera su reflejo en sociedades más modernas
con las luchas de los llamados “paladines” en representación de sus líderes,
menos capacitados para el combate pero con mayor peso social.
Así poco a poco, vemos como
frente a este tipo de sociedades se van desarrollando a unas más de carácter estatal,
donde hace aparición las ciudades y las fronteras, abandonan los elementos
naturales del terreno como elementos diferenciadores del territorio y empiezan
a surgir elementos más artifíciales, las fronteras.
Pero el desarrollo de las sociedades
de estado, en este momento definidas como protoestatales (aún queda un tiempo
para que quede desarrollado el estado tal y como lo conocemos). En estas sociedades
es necesario un desarrollo técnico más profundo en cuanto a organización social,
de forma que se hace necesario la aparición de la escritura y la moneda, ya que
tras ellos hay un conjunto de normas teóricamente objetivas que regulan las
relaciones jurídicas. Vemos que poco a poco la sociedad se va organizando, en
este caso de forma estamental, donde los individuos se agrupan en función de
sus derechos.
Es importante marcar que se crea
una democratización del poder, donde aparecen individuos que son capaces de
actuar en nombre del beneficio público. Dándose así una especialización y un
desarrollo del mundo bélico como profesión, es decir, empiezan a surgir los
primemos ejércitos, que son exclusivos del estado. Anteriormente, los grupos se
armaban en torno al líder cuando este los llamaba.
De esta manera, tanto en el
estado como en las sociedades de jefatura vemos una creciente necesidad por los
elementos de ostentación y prestigio, una necesidad que les permita manifestar
el poder individual. Motivo por el que empiezan a aparecer tecnologías y
herramientas que marcan una clara especialización profesional. Así la beligerancia
frente al otro se ve institucionalizada, creando los primeros cuerpos de
defensa y ataque, los ejércitos. Pero si cabe, a mi opinión, hay que darle más
importancia a la ritualización de la sociedad, dando lugar a la aparición de
especialistas espirituales que permitan al jefe o al estado legitimar sus
actos.
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