En post anteriores vimos que uno de los principales problemas del imperio Romano fueron sus extensas fronteras. ¿pero como eran estas fronteras al final de la república?¿cual era la perspectiva del heredero de cesar para con esas fronteras? El mérito indiscutible del primer
emperador, más correctamente llamado Prínceps, Augusto, fue el haber terminado la secular
crisis que azotaba el estado romano republicano; un endémico clima de guerra
civil en introdujo con la conocida Pax
Augusta, una época de paz cuyo beneficios fueron repartidos entre los
ciudadanos romano y los pueblos sometidos a Roma. Dando lugar a la conversión romanizadora y a
su forma estatal de imperio Romano universal.
Estatua de Augusto. Extraido de: http://historiabarriga.blogspot.com.es/2011/08/el-imperio-romano-contexto-historico.html |
Con esta idea, el estado romano
había alcanzado la creencia de que había cumplido finalmente un destino que la
predeterminaba por mandato divino a extender su dominio sobre todos los pueblos
del mundo. Esta idea imperial, la del Prínceps como encarnación y portavoz de la
manifestación popular romana se convierte en una justificación del imperio como orden externo. De forma que aparece
como el mejor de todos los imperios, presentándose como firme candidato a
alzarse con la “champions league” de los imperios.
Así, la Pax Romana e imperio
universal se entremezclan en un cocktail de política exterior donde ambos
conceptos se convierten en marcas de prestigio a exportar, y proteger. Se
entiende que la política exterior de Augusto se destacó por un carácter
manifiestamente agresivo. Una línea de actuación orientada hacia esos objetivos
expansionistas de dominio universal; como en otras consideraciones de carácter
más práctico, como puede ser la necesidad de mantener ocupadas las energías de
unas fuerzas armadas con una hiperactividad heredada de casi un siglo de guerras
civiles, que no podían ser licenciadas sin más.
Pero a este carácter habría que añadir el carácter pseudo-vitalicio del
proconsulado de Augusto, pues debía renovarlo de forma periódica, este título convertía al prínceps ante todo en el comandante en jefe de las fuerzas romanas.
Un título que conllevaba una clara responsabilidad, el éxito militar.
Así que esta “paz” conllevaba un
matiz bélico de carácter ofensivo. Puesto que esta paz implicaba una pretensión
de dominio de todo el orbis terrarum,
el mundo conocido, y necesitaba de una política expansiva de carácter
imperialista. Esta política fue llevada a cabo por Augusto en las medidas que
los medios disponibles permitían, de forma que a la muerte de Augusto, el
proyecto de conquista distaba lejos de haberse cumplido, pero había hecho un
buen trabajo.
Augusto no se encontraba en el
tema de la política exterior libre de problemas heredados, la falta de
homogeneidad del territorio bajo dominio romano por la existencia de bolsas de
“irreductibles” grupos hostiles e independientes, que afectaba a la continuidad
geográfica imperial, y el contacto con pueblos peligrosos en las fronteras de
los territorios conquistados.
Estado Romano Bajo gobierno de Augusto. Extraido de: https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A9sar_Augusto#/media/File:Augusto_30aC_-_6dC_55%25CS_jpg.JPG |
Empezando por África, un
territorio que no contaba con una frontera precisa en el sur, se trataba de un
territorio objeto de las iras de las Raids,
bandas de saqueadores, de las tribus nómadas del desierto. La anexión del
reino de Egipto no mejoraba el panorama, Augusto, tras la batalla de Actium, convirtió el ancestral reino en
una provincia, con características especiales. Considerándolo como Botín
particular, su administración no recayó en el Senado, sino que fue confiado a un prefecto de la
confianza del prínceps con un
insólito mando sobre las fuerzas legionarias. El reino, por su riqueza y su
capacidad productiva de trigo, para el aprovisionamiento de Roma, se convierte
un objetivo de prioritaria protección pues su adquisición por parte de un
hipotético rival lo convertía en un caramelo jugoso de ser usado contra el Prínceps. De ahí la especial
preocupación por mantenerlo bajo control directo. El temor de Augusto a un hipotético golpe de
Estado apoyado por las reservas de la provincia queda justificado con el
destino sufrido por el primer prefecto de Egipto, Cornelio Galo, que fue
exiliado y finalmente optó por el suicidó. Pero la adquisición de Egipto, trajo
consigo la necesidad de controlar una serie de pueblos de imperativa necesidad
de controlar: Etíopes, árabes, sabeos y nabateos.
En oriente, la frontera queda
marcada por el reino parto, el secular enemigo de Roma que le acompañará
durante siglos. Por otra parte la provincia de siria dejaba un puzle de reinos
de delicada política diplomática, el reino de Judea, y Commagene, así como un
cierto número de principados árabes del desierto, bajo influencia y control
romano. En Asia menor, el territorio queda caracterizado por un variopinto
muestrario de estados clientes. Y finalmente al norte el reino vasallo del Bósforo
Cimerio, tapaba esa salida.
En el “cercano” norte, la
frontera más cercana a la península itálica, las condiciones no eran más
satisfactorias. En su flanco oriental, al norte de Macedonia, se extendía el
reino de Tracia, protegido de Roma, pero expuesto a ataques de tribus bárbaras
belicosas extendidas a ambos lados del Danubio, cuyas razias sembraban el caos.
En la zona central, los Alpes se alzaban como frontera de Italia, a la vez que
del Imperio, pero la barrera protectora que representaba la cadena montañosa había
demostrado no ser tan inexpugnable en tiempos no tan remotos, lo que exigía la
urgente búsqueda de una expansión que permitiera poner “tierra de por medio” en
favor de poder mejorar la seguridad del estado romano, en parte, porque la
propia cadena montañosa y sus valles aun albergaban tribus que se mantenían hostiles
e independientes a Roma. De los Alpes hasta el océano, la frontera seguía el
curso del Rin, a la derecha del rio, inquietas tribus germánicas organizaban en
ocasiones confederaciones de peligrosa amplitud provocando un constante estado
de inestabilidad fronteriza. Un estado que se prolongaba al otro lado del canal
de la Mancha, siendo en esta zona protagonizado por pueblos britanos, que se mantenían
beligerantes e independientes a pesar de los intentos de sometimiento de Cesar,
con resultado infructuoso.
El dominio hacia el oeste se
prolongaba hasta el océano, donde traspasando los Pirineos, la Península ibérica
se mantenía bajo control romano salvo en su sección norte, donde protegidas por
las barreras montañosas de la cornisa cantábrica, se mantenían fuera de control
romano las tribus de cántabros, que le darían a Augusto en no mucho tiempo su
tan ansiado “Triunfo”
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