martes, 5 de enero de 2016

La historia a través de la historia (I): El mundo clásico

Desde que el hombre tomó conciencia de sí mismo, de su existencia y de su propio entorno, tomó también conciencia de su pasado y pronto empezó a aprovecharse de él. Rápidamente los hombres comprendieron que el pasado era una fuente casi incontestable de poder, un poder que les permitía legitimarse a través de la sangre, la heroicidad o la elección divina y que les permitía acceder al poder y mantenerse en él, ya fuera a través de la creación de genealogías míticas, de libros sagrados o manteniendo vivo el recuerdo de los acontecimientos más importantes de su historia, fueron capaces de crear una nueva disciplina que se encargase de organizar ese pasado y ponerlo a su servicio, la historia. Y dado que los historiadores vivimos de ella, creo que es justo que también repasemos como surgió y se concibió la Historia a través de los siglos, cómo el hombre ha entendido el pasado, cómo lo utiliza y la forma que tienen de narrarlo.
El interés por el pasado estaba presente en las civilizaciones más arcaicas: Egipto y Mesopotamia tenían sus propias formas de cristalizar el pasado. Sin embargo, su pretensión por reflejar el pasado se centra fundamentalmente en relatos míticos o en largos anales que permiten rememorar fechas, acontecimientos y personajes de especial importancia, pero que no aportan una explicación a dichos hechos, se limitan a recopilarlos en largas listas.

Pero fue Grecia la responsable, como de tantas otras cosas, de dar luz a la disciplina histórica, a la historia como algo más que la recopilación de nombres y fechas, una historia documentada, útil y completa que permitiera no sólo conocer los acontecimientos, sino también explicarlos. Ofreciendo la visión más realista y propicia que fuera posible del pasado y esta es la concepción que se impuso y se mantuvo en el imaginario de los hombres para entender la historia,  al menos hasta la aparición de la historia científica, acunada por Leopold Von Ranke y su racionalismo histórico. 

Como casi cualquier invento griego de especial relevancia la historia surgió cómo tal en el siglo V a.C de la mano de Herodoto, el hombre responsable de algunos de mitificar algunos de los episodios históricos más conocidos. Su percepción sobre la historia era diferente a la de las demás civilizaciones y estaba más centrada en la narración de la realidad, tenía la intención de relatar los hechos tal y como ocurrieron,  para ello utilizaba todas las fuentes a su alcance, especialmente fuentes orales, a través del relato de sus protagonistas. Su concepción de la historia incluía una presencia limítrofe, pero no trascendental de los mitos y era consciente de sus propias limitaciones, es decir, era consciente de la incapacidad del hombre para elegir el tema en el que centrar su  investigación más allá de las limitaciones impuestas por su realidad conocida. Herodoto fue el principal responsable de configurar nuestra visión sobre las Guerras Médicas y quién sentó las bases de la mitificación histórica, por ejemplo, al afirmar que 300 espartanos se habían enfrentado al ejército de Jerjes y que su derrota fue el primer paso hacia la victoria griega. Sin embargo, el ejército que partió hacia las Termopilas era, según el propio Herodoto, de aproximadamente 5.200 efectivos. Una vez que se vieron al borde de la derrota Leónidas despidió a la mayoría de las tropas, a excepción de sus 300 espartanos (junto a 700 tespios y 400 tebanos de los que nadie se acuerda) que fueron masacrados mientras trataban de asegurar la retirada. Herodoto tuvo una larga producción como historiador y nos regaló sus Nueve Libros de la Historia, una serie de tratados, más inexactos conforme se alejaban de su realidad contemporánea, dedicados a los pueblos y civilizaciones que habían entrado en contacto con la historia griega. Una historia muy contemporánea, que se centra fundamentalmente en los acontecimientos sucedidos durante su vida.

Su sucesor, Tucídides, mantuvo una concepción algo diferente de la historia, tenía más cuidado en la elección de sus fuentes y en el análisis de los hechos, descartando por completo la intervención de la divinidad y el relato mítico y estaba más interesado por las motivaciones ulteriores que llevaron a esos desenlaces históricos y menos interesado por la gloria de sus protagonistas. Aunque comparte con Herodoto su predilección por la historia contemporánea, aquella que había vivido directamente o a la que podía acceder a través de fuentes orales, por ello dedicó la mayor parte de sus estudios a las Guerras del Peloponeso, aquellas que enfrentaron a Esparta y Atenas por la supremacía sobre el mundo griego.

En cuanto a Roma, tomó un camino muy similar al de la historia griega, en gran medida gracias a la influencia de Polibio, un historiador griego que vivió en Roma y desarrolló su labor como historiador bajo la influencia del mundo romano. En general la historia romana tenía un tono más moralista que su antecesora y ponía el didactismo por delante de la veracidad. Tanto Polibio como Plutarco se preocuparon especialmente por dedicar sus escritos a la instrucción de los poderosos y al ocio de la alta sociedad. Es por ello por lo que en Roma se desarrollaron nuevos géneros historiográficos que resultaban más interesantes para la educación de los políticos y resultaban propicios como entretenimiento para la alta sociedad, como la biografía, la crónica militar y la reflexión política.

Entre los historiadores romanos se conocen varios nombres, el propio Julio César, preocupado por ensalzar sus propios logros militares y la expansión del imperio, Salustio interesado en la educación de la clase política o Suetonio que desde su posición como magistrado tenía acceso a gran parte de la documentación oficial del imperio. Pero dos nombres destacan en la historiografía romana por la importancia de su obra, su relevancia posterior y su influencia en la concepción de la historia, ellos son Tácito y Tito Livio.

Por desgracia no conservamos de forma completa la obra de Tácito, pero fue uno de los personajes más influyentes y prolíficos de la historiografía romana, tanto por sus discursos políticos como por su relato histórico. Sus historias y anales han servido como base para la construcción de la historia del alto imperio, especialmente dedicada a los primeros emperadores hasta la muerte de Nerón. Su mayor preocupación era la documentación y la fidelidad de las fuentes, por lo que se preocupó especialmente por utilizar la obra de reputados historiadores anteriores y la documentación senatorial como base para completar y constatar sus escritos. Además tenía una fuerte pretensión de imparcialidad, aunque no siempre se veía cumplida, era consciente de que la historia para acercarse a la verdad debía ser lo más objetiva posible.

Por su parte Tito Livio es el responsable de la historia más completa que conservamos sobre la historia de Roma, desde su fundación hasta la muerte de Nerón. Aunque gran parte del relato se ha perdido con el paso del tiempo, su obra fue de gran influencia en los siglos posteriores, especialmente durante el Renacimiento que buscó recuperar los modelos clásicos también en el relato histórico.

En definitiva, la historia ha dependido y dependerá siempre de los hombres y mujeres que la narran, pero su evolución y su propia concepción nos permiten conocer y entender las sociedades y paradigmas culturales en los que se desarrolló.

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