lunes, 23 de mayo de 2016

Las respuestas a la crisis del liberalismo (II): los movimientos fascistas

Además del comunismo, del que hablamos hace algunas semanas, existieron otros movimientos políticos que buscaban responder a la crisis del liberalismo provocada por la Gran Guerra y plantear alternativas para el gobierno de las naciones europeas. En esta ocasión hablaremos de los movimientos de extrema derecha que surgirán entre los años 20 y 30. Si bien estos movimientos se pueden agrupar en el espectro del extrema derecha y son, habitualmente, reconocidos como regímenes fascistas, lo cierto es que no todos pueden denominarse “fascismos”. Sin embargo, comparten una serie de características similares. Todos se presentaron como una tercera vía entre capitalismo y socialismo; combinaban un fuerte control estatal de la economía con el respeto a la propiedad privada.



Estos movimientos esencialmente europeos compartieron algunas de sus características con regímenes políticos como el periodo Showa en Japón, el Estado Novo de Getulio Vargas y de forma más limitada la dictadura de Juan Domingo Perón en Argentina. La naturaleza de estos movimientos y de los regímenes dictatoriales ha sido muy discutida, parece que hay un cierto consenso en que todas las formas de gobierno autoritario del periodo estuvieron influidas en mayor o menor medida por el fascismo italiano hasta el punto de que el periodo de entreguerras puede definirse como la época del fascismo.

Existe una cierta polémica entre los historiadores que defienden el fascismo en un sentido genérico como término para definir todos estos regímenes que comparten elementos comunes y los autores que son más partidarios de diferenciar entre los movimientos considerándoles excepcionales y denominando fascista únicamente al fascismo italiano, máximo representante de estos movimientos. Estos investigadores consideran que el resto de movimientos copian o toman elementos del fascismo italiano, pero que es necesario recordar que no se presentan a sí mismos como “fascistas”, algo que si ocurría con el comunismo. Otra de las diferencias fundamentales entre estos programas será la relación con la religión, tanto el fascismo como el nazismo tienen un sentido puramente a-religioso, mientras que los demás casos podrían enmarcarse en el llamado nacionalismo católico. También se tiene en cuenta que sólo en Alemania e Italia estos programas alcanzaron el poder de forma directa, mientras que en las demás regiones el poder adopta algunos de los presupuestos y premisas planteadas por los partidos de corte fascista.

En cuanto a los orígenes ideológicos es necesario recordar que el fascismo no existe como tal, no tiene una fuente de principios unánimemente aceptados, ni un autor o manifiesto común, ni una trayectoria ideológica que le sirva como base. Los propios fascistas italianos negaban tener una ideología propia, preferían hablar de hechos, no de ideas. Por ello es la acción política y no la doctrina lo que les caracteriza, su experiencia en el poder fue generando una serie de principios que marcaron el devenir de los demás regímenes de este tipo, pero sin lograr nunca una doctrina unificada. En realidad el fascismo se distingue más por su rechazo a una serie de principios que por su defensa de los mismos: antimarxista, antiliberal, anticapitalista. En resumen, rechazaba todos los modelos políticos conocidos en el periodo de entreguerrras y se presentaba como una ideología novedosa cuya misión era imponerse a las ideologías fracasadas imperantes.

Algunos autores han encontrado ciertas influencias que podrían considerarse antecedentes del fascismo, relacionadas con el nacionalismo romántico y los fuertes nacionalismos políticos surgidos en estos mismos países, Italia y Alemania, en el siglo XIX. También se caracterizan por el rechazo a las visiones religiosas de la vida política, buscan una forma de trascendencia atea que convierta el fascismo en una religión política, en la que la nación y la propseridad nacional representen a la divinidad. En este sentido el ejemplo más claro que encontramos es la pretensión de eternidad que planteaban los nazis con su proyecto de un reich que durara mil años. El líder del movimiento y la nación se convierten en símbolos sacralizados a razón de profeta/mesias y Dios eterno.

A parte de las tres negaciones el fascismo comparte algunos rasgos “en positivo”: un nacionalismo exacerbado, llevado a las últimas consecuencias. Este nacionalismo se caracteriza por su mirada hacia el futuro, a diferencia de los modelos nacionales “históricos”, el fascismo busca la proyección de la nación hacia el futuro a través de la guerra y la implantación de un modelo imperialista.

En segundo lugar el fascismo se fundamenta en la omnipotencia del Estado como rector de toda la vida de la nación. Mussolini declaró que todo debía estar dentro del Estado y nada fuera, todo lo que quede fuera se entiende como oposición y debe eliminarse. Este planteamiento ha llevado a considerar el fascismo como un movimiento totalitario. Los fascistas no toleraban la separación de poderes, ni de clases y señalaban que los derechos individuales debían estar subordinados a la razón de Estado, incluido el propio derecho a la vida, de ahí que el régimen hitleriano se permitiera la ejecución directa de cualquier persona siempre que la orden viniera de parte del führer. Este totalitarismo justificó el control pleno del mercado laboral a través del coorporativismo estatal, la organización de la vida laboral alrededor de corporaciones oficiales por ramas y actividades en las que se hace obligatoria la entrada de todos los adscritos a la rama.

Otra característica es el elitismo, el fascismo niega el principio liberal y marxista de la igualdad, y afirma que los fuertes tienen el derecho natural a imponerse sobre los débiles. Por razones análogas creían que solo una minoría era capaz de gobernar y liderar. Desprecian todo el aparato institucional de la democracia, la asamblea, porque pone en el mismo plano a personas con diversas capacidades. En ocasiones este elitismo se extiende a las cuestiones raciales y se establece una dialéctica de raza que es especialmente evidente en el caso nacional socialista. El fascismo italiano defendía un presupuesto elitista basado en la cultura, lo mismo ocurre en España con el falangismo que se define antisemita y antimasónico pero que no establece una visión de superioridad biológica de la raza hispánica.

En razón a este elitismo defienden el caudillaje como jerarquía, la subordinación del movimiento a un líder carismático llamado a regir el destino de la nación. El duce en Italia, el fürher en Alemania o el caudillo en España. Todos ellos son personajes que se consideran constructores de la ley nacional y, por tanto, por encima de ella. Esta visión generó un culto sistemático al líder que se concretó en grandes obras monumentales o cinematográficas, la Via de la Conziliazione en Italia, el Valle de los Caidos en España o el Triunfo de la Voluntad para el caso alemán.

Su concepción de negación de otras identidades consideradas aberraciones políticas contra el interés general les llevó a establecer una visión totalmente maniquea del mundo en la que se establece una distinción muy clara entre “nosotros” y los “otros”, el enemigo estará representado por cualquier grupo no fascista: capitalistas, liberales, comunistas, extranjeros, judíos, masones, etc.

Para combatir a este enemigo defienden la violencia como arma política, todos estos movimientos han empleado en mayor medida la violencia, ya sea institucional o civil. El fascismo considera que la violencia es un elemento terapéutico que sana la nación, permite que la sociedad se desprenda de los elementos débiles. Los partidos fascistas son partidos de movilización masiva, snecesitan la movilización de las masas detrás de su proyecto, sólo pueden avanzar a través del apoyo de grupos de población muy amplios. Esto es lo que, según algunos autores, conduce a un proceso de radicalización constante, el fascismo tiene que situar nuevos objetivos en la agenda pública para mantener sus apoyos.

En definitiva, el fascismo triunfó en Europa durante más de dos décadas gracias a un programa basado en la acción directa y la protección nacional. Tuvieron gran éxito entre la población que aprobaba tácitamente sus políticas iniciales, sólo la radicalización de estos movimientos y el estallido de la Segunda Guerra Mundial llevó a su fracaso y expulsión de las instituciones alemanas e italianas y posteriormente, el triunfo de la socialdemocracia y las transiciones democráticas sufridas en países como España o Portugal pusieron fin a los diferentes fascismos supervivientes.

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1 comentario:

  1. Buen artículo y buena redacción, pero discrepo sobre el excesivo uso del término "fascismo".
    Cierto es que las dictaduras de la época que arriba se menciona pueden tener un perfil muy parecido al inventado por Mussolini, pero eso no las convierte en movimientos fascistas. El sentido totalitario, por ejemplo, no es por dicha ideología, sino por el propio efecto de dictadura europea.
    Con esto quiero decir que llamar fascistas a todos los movimientos de la época me parece un poco ambiguo, aunque su uso esté muy extendido. Muchos movimientos posteriores al 36 tienen algunos puntos del fascismo, pero también tienen símiles con otras dictaduras anteriores, como la de Primo de Ribera en el 23.
    Saludos!
    Toro

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