viernes, 27 de mayo de 2016

La Guerra de la Unión en Valencia

La crisis de la Unión es un hecho central en la historia medieval valenciana, que marcó un antes y un después en la composición de su élite ciudadana, la más implicada en el conflicto.



La causa original del la guerra, que tuvo lugar entre  marzo de 1347 y diciembre de 1348, fue la oposición entre el modelo  pactista, tradicional de la Corona de Aragón, y el cesarista, que Pere IV estaba intentando desarrollar en sus reinos. El modelo pactista, reflejado en los fueros que establecían la legalidad en Valencia, obligaba de facto al rey a doblegarse a las demandas de las Cortes, al menos si deseaba obtener de nobles y ciudades el dinero y los apoyos para llevar a cabo sus iniciativas. Por ello, el modelo pactista era defendido por las ciudades y encarnado por las Cortes, mientras que el cesarista, que ponía la autoridad monárquica por encima del ordenamiento foral, era defendido por el consejo real, órgano máximo de la dirección y administración del estado, el cual estaba formado per nobles cercanos al monarca, así como una nueva clase de profesionales de la administración, justicia y finanzas, entre los cuales destacaba el grupo de juristas roselloneses incorporados al consejo después de la conquista del Reino de Mallorca. Por otro lado, este aumento del poder monárquico se inscribía en un movimiento común en los monarcas de todos los países europeos.
Entre los contrafueros cometidos por Pere y sus representantes hayamos conflictos en las competencias de los tribunales y jueces locales, cese de cargos municipales, coacción a mercaderes i cambistas per que realizaran préstamos a la corona… A esto se unían las exigencias tributarias impuestas por el monarca para financiar sus empresas militares, como la  conquista de Mallorca y del Rosellón o la represión de las revueltas sardas, que exasperaban al contribuyente.
El detonante de la revuelta fue proclamación de la infanta Constança como heredera al trono en marzo de 1347, sin el consentimiento de les cortes y contra la costumbre hereditaria de la Corona de Aragón. A principios de mayo, la ciudad de València convocó a los representantes de los tres estamentos para constituir una Unión en defensa de los fueros y los privilegios del reino, proclamándose la Unión el primer día de junio. Desde el mismo mes de junio el movimiento unionista contó  una organización permanente, con magistraturas civiles  propias; una vez empezada la guerra, tuvo también militares. La proclamación de dicha Unión no tuvo sin embargo un apoyo general en el reino, y fue seguida dos semanas después por la constitución de una liga realista, la Germania o Fraternitat. De hecho, fue un movimiento muy centrado en València, y la composición social de los unionistas procedía en un 81% del estamento ciudadano, el más perjudicado por los excesos de los oficiales del rey, así como de las clases populares, castigadas por la presión fiscal.
En diciembre se produjeron algunas victorias iniciales de los rebeldes, las cuales obligaran al rey a intervenir personalmente al frente de un poderoso ejército. El monarca fracasó en su intento de imponerse a los insurrectos, a causa de las dificultades que se dieron en el pago a las   tropas (las cuales fueron licenciadas,  mayoritariamente), y del motín de la vila de Morverdre. Pere IV se vio forzado, por estas razones, a aceptar las reivindicaciones de los unionistas, siendo conducido a finales de marzo de 1348 a València. La ebullición popular  antimonárquica estalló el 6 de abril, fecha en la que  unas cuatrocientas personas asaltaron el palacio real, obligando además al rey y la reina a bailar canciones satíricas.
Mientras estos hechos ocurría, sin embargo, se preparaba la contraofensiva real, que contó con la ventaja proporcionada por un hecho casual: la irrupción de la peste negra en València en mayo de 1348 hizo que, temiendo que se contagiara, los dirigentes unionistas liberaran al rey. Además, paralelamente había tenido lugar una Unión aragonesa, pero había fracasado, lo cual avocaba a la rebelión valenciana al aislamiento. Durante este período, el movimiento se radicalizó, aumentando la violencia política y siendo ejecutados numerosos realistas. También se reforzó el poder militar, creándose la figura de un capitán de guerra, que era un cargo sin precedentes y de poderes excepcionales. Pero este refuerzo del poder militar fue insuficiente per a contener el avance de les tropas reales, que comandadas por el propio monarca derrotaron definitivamente a los unionistas el 8 de diciembre. Dos días después capitulaba la ciudad de València, a la cual siguieron todas las otras localidades que se habían sumado a la revuelta.
La represión fue particularmente dura, teniendo lugar una veintena de ejecuciones (algunas con tortura previa incluida), multas, y subastas y confiscaciones de bienes. La derrota marcó, particularmente, un punto de inflexión en lo que se refiere a la trayectoria de la mayoría de linajes que componían el patriciado urbano. Tras la guerra de la Unión, familias que tradicionalmente había ocupado las diferentes magistraturas locales entrarían en decadencia, siendo apartadas del gobierno municipal. El conflicto terminó formalmente en les cortes celebradas a comienzos de 1349, en las cuales se abolieron de forma definitiva las disposiciones redactadas por la Unió, así como las concesiones arrancadas al monarca.
Pero, paradójicamente, la victoria del rey no implicó la consolidación del autoritarismo monárquico, sino antes bien lo contrario. El desgaste financiero y político que la revuelta infringió a la corona, unido a las empresas de expansión mediterránea  que había proyectado, obligó a Pere IV a retornar al anterior equilibrio de poder, dado que le convenía contar un consenso político que no cuestionara sus decisiones, que no era lo bastante fuerte para imponer. Resurgió de ese modo el modelo pactista tradicional, que ya no sería abandonado durante más de un siglo y medio.

Si te gusta nuestro trabajo compártelo en las redes sociales

1 comentario: