La
adaptación al medio ha sido siempre uno de los más clásicos sistemas de
supervivencia de las diversas especies que habitan la Tierra. Pero de todas las
especies, existe una que superando el proceso de adaptación, procura domesticar
su entorno. El hombre es esta especie, que busca el dominio de los elementos
que le rodean. Uno de esos elementos, represento un reto especialmente significativo para el ser
humano, el agua, este elemento a diferencia de la tierra el ser humano no era
capaz de andar sobre ella. Podía atravesarla, a nado, pero esto siempre llevaba
un riesgo. Por lo tanto el hombre busco maneras que le asegurasen poder cruzar
el agua con cierto índice de éxito, ya fuera agarrándose a un tronco o
elaborando algún tipo de superficie que le permitiera desplazarse sobre el
agua, de esta manera nacían las primeras embarcaciones .
En el norte de Europa los que en
palabras de J. Briard era el “bello país del ámbar”, teniendo como centro neurálgico
la península danesa. Sobre un sustrato neolítico, y con retraso respecto a la
Europa de clima más templado, aparecen las primeras evidencias de la metalurgia del cobre en escasos objetos de
prestigio para, al poco tiempo, incorporarse a la dinámica europea, primero
bajo la influencia de Unetice y después de los túmulos, alcanzando su apogeo a
mediados del II milenio AC, convertida gracias a su riqueza agrícola y ganadera
y a la explotación del ámbar, madera y sílex, en un importante foco cultural,
productor de elementos metálicos de bronce, pese a la escasez de recursos
mineros y gracias a su incorporación a las redes de intercambio y de redistribución.
El bronce nórdico presenta una homogeneidad cultural, debido
al desarrollo de las redes de intercambio y comercio, que se extendieron hasta
Rusia, el Adriático y el mediterráneo, llegando a establecer contactos con
Polonia, Transilvania, Islas británicas, Chequia y Eslovaquia, Rumania, así
como el resto de Europa Central
Los paneles rupestres decorados
de Escandinavia son una de las fuentes más prolíficas de información sobre
barcos de la edad de bronce aun cuando hasta el día de hoy no se ha encontrado ningún
barco real. Pero de lo que no hay dudas es que todos comparten características,
todos tienen proa y popas altas, a veces es difícil distinguirlas, algunos
tienen unas prolongaciones que recuerdan a los espolones de algunas
embarcaciones de la antigüedad.
Los detalles reflejan algunos
aspectos económicos y sociales, da igual cual ha sido el método de construcción,
estos barcos representan una inversión de recursos y tiempo. Si asumimos que el
barco está construido en madera se debe añadir una inversión de conocimiento,
ya que se requiere un mínimo de carpintería, y si el cascaron se recubría de
pieles se debe invertir tiempo en curtirlas y tratarlas para asegurar la
impermeabilidad.
Muchas de las representaciones de
barcos están un poco alejadas del mar, pero si se tiene en cuenta la altura del
mar en III milenio AC, muchas estarían en frente de calas u otros accidentes
costeros, Es posible que los barcos se utilizaran para ir de un lugar a otro o
para pesca, ya que lo accidentado de la costa noruega hace que el movimiento marítimo
sea más fácil que el movimiento por tierra.
La cuestión tecnológica en relación
al transporte tenía una finalidad, el transporte se hace para mantener el
contacto con otras gentes, estos contactos podían responder a varias razones,
algunas relacionadas con el parentesco o con las obligaciones sociales más que
con necesidades económicas. Probablemente el intercambio de mercancías y
materias caía en alguna de estas categorías. En el caso de los metales, primo
una necesidad económica.
Escandinavia y el norte de
Alemania ya habían desarrollado en el III milenio AC formas estables de producción
de alimentos, documentadas a partir del cultivo con arado y que se alargan
hasta el II milenio AC, la existencia de abundantes grabados en roca de esta
herramienta así como las huellas de surco bajo muchos túmulos dan prueba del
uso de ese útil.
La producción metálica se vería
retrasada debido a que los recursos mineros de la zona son escasos y los que
hay requieren de una técnica de fundición más compleja que en el resto de Europa,
por lo en la zona se tuvo que buscar materiales que sustituyeran al bronce o se
tendría que crear una red de comercio para la obtención de objetos de bronce o
elementos para su elaboración.
Por el contrario, el sílex
escandinavo es de excelente calidad y no dejo de constituir una de las
principales materias primas. En el sur de Escandinavia en los asentamientos los
restos de sílex igualan a los restos de cerámica a lo largo del II milenio a.C.,
siendo estas piezas líticas de actividades relacionadas con los útiles de
trabajo.
La producción de objetos metálicos
se iniciaría en el inicio del II milenio a.C., según Hachmann con una fuerte
influencia de los pueblos del Danubio medio, y más tarde de los grupos de los túmulos
de Europa Central. Pero pronto se comenzó la elaboración de modelos propios, de
gran originalidad que se distribuyeron con prontitud por un amplio territorio.
Los depósitos de objetos de bronce en zonas pantanosas demuestran la
importancia de este tráfico.
La riqueza en materiales metálicos parece tener cierta relación
con la capacidad de producción agrícola y ganadera de las diversas regiones nórdicas,
ya que los excedentes fueron los que permitieron la adquisición de materia
prima para la industria metalúrgica local. La prosperidad de las actividades agrícolas
y ganaderas permitió un elevado nivel de vida y la aparición de jefaturas en
las que se concentraban prestigio, poder y riqueza. Resultan abundantes las
tumbas de carácter principesco e indican una jerarquización social semejante a
la del resto de las sociedades europeas del II milenio. La abundancia de armas
entre los útiles metálicos, frecuentemente con prototipos propios muy
originales, así como las obras defensivas de los poblados, indican la presencia
de una casta de guerreros en las que se apoyaba el poder.
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