lunes, 14 de marzo de 2016

La reivindicación de los derechos de género: orígenes de la literatura feminista.

“¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuando dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución?” Olympe de Gouges, Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana.


Antes de que Virginia Wolf o Simone de Beauvoir decidieran dedicar sus vidas y sus obras literarias a la lucha de género, otras mujeres abrieron el camino e hicieron patente la desigualdad femenina y la necesidad de reclamar los mismos derechos que los hombres gozaban por nacimiento.


La primera vez que se plantea una cierta reivindiación de derechos femeninos es en las décadas finales del siglo XVII. Un sacerdote francés, François Poullain de la Barre, fue el primero en plantear teóricamente la desigualdad de género y la necesidad de equiparar los derechos de hombres y mujeres. Hacia 1673 publicó, de manera anónima, su obra De la igualdad de los dos sexos, discurso físico y moral en el que se ve la importancia de deshacerse de los prejuicios, en la que sostiene que la desigualdad no es una condición natural al ser humano, sino que responde a un prejuicio cultural.

En un ensayo posterior, De la educación de las mujeres para la conducta del espíritu en las ciencias y en las costumbres, Poullain de la Barre reflexionó sobre la necesidad de que el sexo femenino recibieran una educación igual a la de los hombres y defiendió la inclusión de las mujeres en el ámbito universitario a todos los niveles.

Unos años más tarde, publicó un ensayo satírico, De la excelencia de los hombres contra la igualdad de los sexos, en el que, a partir de la ironía, ridiculizará los argumentos sexistas que sostenían sus contemporáneos para excluir a las mujeres del ámbito público.

Si bien su discurso tuvo escaso éxito, sus obras sentaron las bases para la aparición del género de la vindicación femenina. Que reclamaba que la igualdad que exigía la burguesía masculina fuera extendida hacía el género femenino. No se trata de obras de profunda reflexión filosófica, ni de cuadernos de agravios y faltas, puesto que como hombre no sufrió las consecuencias de la desigualdad femenina. Sus obras se limitan a señalar una realidad que se había ocultado, una realidad que es aún hoy cuestionada por nuestra sociedad y que deberá concretarse en el futuro.

Tendrá que transcurrir todo un siglo para que encontremos nuevos ejemplos de literatura de corte feminista. Curiosamente se dará de manera casi simultánea en las dos orillas del Estrecho de la Mancha. En Francia, una mujer cuya trayectoria vital marcó el desarrollo de la política girondina, Olympe de Gouges. Desde Inglaterra, una de las grandes mentes literarias de su época, Mary Wollstonecraft, madre de otra de las grandes escritoras del mundo británico, Mary Shelley.

Olympe de Gouges fue una de las mujeres más activas durante el periodo revolucionario, hasta el punto de que su implicación en los asuntos políticos acabó por llevarla al cadalso el 3 de noviembre de 1793. Su obra fue abiertamente feminista y revolucionaria, en ella defendía con fervor la igualdad absoluta entre hombres y mujeres. Llegó incluso a reclamar el derecho al voto, además del acceso pleno al mundo laboral, la política, el ejército y el mundo eclesiástico. Reivindicó el derecho a la educación y la igualdad fiscal y jurídica, la administración y compra-venta de propiedades y empresas y la libertad para firmar contratos y escrituras. En sus obras solicita a la reina María Antonieta que proteja los derechos de las mujeres a las que consideraba un sexo desgraciado.

Su obra fundamental es la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, copiada literalmente de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, un documento aprobado y publicado por la Asamblea Nacional Constituyente en 1789. Olympe afirmaba que hombres y mujeres debían ser iguales en todos los aspectos de la vida. Defendió la supresión del matrimonio como institución coercitiva y limitadora para las mujeres y luchó por la instauración del divorcio y el establecimiento de un contrato temporal para que las parejas formalizaran su relación sin estar unidos de por vida. Durante su vida se dedicó también a la protección de la infancia y las clases desfavorecidas, para lo que reclamó el reconocimiento paterno de los hijos naturales y la creación de un programa estatal que protegiera a los niños y las mujeres sin recursos y que les dotara de una educación y un medio de vida.

"Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios, fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido injusto con su compañera."
Epílogo de la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana.
Resulta entre curioso y preocupante que el epílogo de su obra, publicada hace más de dos siglos, tenga una vigencia tan amplia hoy en día. Lo que nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de cumplir con la misión que estas mujeres nos encomendaron, lograr la igualdad real entre hombres y mujeres.

En cuanto a Mary Wollstonecraft fue una escritora mucho más prolífica y una de las primeras mujeres que logró establecerse como escritora profesional y vivir de sus obras. Entre sus escritos destacan cuatro títulos por su carácter abiertamente feminista, dos ensayos filosóficos y dos novelas. 

Su primera obra, Reflexiones sobre la educación de las hijas, es la más moderada y responde a la estructura típica de una guía de comportamiento para jóvenes. Sin embargo, dentro del discurso se pueden encontrar algunas reflexiones relacionadas con la reivindicación femenina, puesto que critica el sufrimiento y condena que la sociedad acomete sobre las mujeres solteras.

Su segundo ensayo es, sin lugar a dudas, su obra más influyente e importante, la Vindicación de los Derechos de la Mujer. Fue publicada en 1792 como respuesta a las publicaciones de otros escritores como James Fordyce o John Gregory y a filósofos como Rousseau. En ella defendía la necesidad de que las mujeres recibieran una educación digna e igual a la de los hombres para que pudieran contribuir a la sociedad. Pero además de una educación, las mujeres deben tener otros derechos, puesto que “sin derechos no puede haber ninguna obligación”. Considera además que la falta de educación de las mujeres las ha convertido en meros objetos de decoración.

A diferencia de Olympe, Mary no tenía una conciencia de igualdad tan marcada, su reivindicación no incluía el acceso a los derechos políticos. Únicamente reclamaba que las mujeres fueran iguales que los hombres ante la ley y ante los ojos de Dios, pero también defendió que los hombres eran superiores en fuerza y valor. Considera que la sensibilidad femenina es excesiva y que atenta contra la razón, meta ilustrada por excelencia. Hasta que las mujeres no controlen sus sentimientos a través de la razón su valor no será igual al de los hombres, pero esa meta puede alcanzarse a través de una correcta educación. 

En cuanto a sus novelas ambas están ambientadas en la situación de miseria y falta de libertad que sufren las mujeres. En Mary reflexiona sobre las penurias de los matrimonios concertados y el escaso poder que tienen las mujeres para cambiar esa situación. Mientras que María es considerada su obra más radical, se centra en las injusticias que sufre el género femenino en su conjunto. La protagonista es encerrada en un manicomio por su marido y allí entabla relación con mujeres de otras clases sociales, plantea que la lucha femenina es una lucha común a todas las mujeres independientemente de su posición económica. Esta obra está muy influenciada por su estancia en Francia y por su experiencia revolucionaria que le harán olvidar sus prejuicios sociales.

En definitiva, estas dos mujeres son los dos grandes exponentes de la literatura feminista del siglo XVIII y ambas han servido de modelo e inspiración para las generaciones posteriores. En los próximos días tendréis acceso a un nuevo post sobre la acción de las mujeres en la revolución y el lunes publicaré un post dedicado a la lucha sufragista.

Si tienes dudas, comentarios o críticas no dudes en escribirnos. 


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