miércoles, 17 de febrero de 2016

Arte rupestre al alcance de todos. Valonsadero, Soria

El monte de Valonsadero está situado en el término municipal de Soria, Castilla y León en España. Cuenta con una superficie de 2793 hectáreas de masa arbolada, grades praderas y vegas. Destaca la riqueza artística de los numerosos abrigos que cuentan con numerosas pinturas rupestres repartidas por áreas diferentes del monte. Dichas pinturas están datadas entre los años 3000 y 2000 AC. El monte ha tenido una larga historia de explotación  tal y como muestran las escenas de las pinturas rupestres.



Estas pinturas fueron descubiertas en 1951, fueron dadas a conocer por Teogenes Ortego en 1951, aunque fueron realmente descubiertos por Bruno Orden Tierno. Ricardo Apraiz dio la noticia del hallazgo en agosto de aquel mismo año. Los primeros estudiosos del arte rupestre esquemático interpretaron estos abrigos como lugares sagrados donde se celebran y representaban ceremonias funerarias. Posteriormente se desarrolló la hipótesis de que se trataba de un arte ideográfico, por lo que estas manifestaciones, más que una concepción religiosa determinarían el establecimiento de un sistema incipiente de escritura, a través de la cual se plasmarían aspectos de sus actividades diarias, organización…

El origen también resulta problemático, las opiniones que la investigación nos presenta se pueden resumir en dos:  por un lado, una que entendería el esquematismo como resultado de dos elementos, uno autóctono y otro de carácter mediterráneo oriental, siendo por lo tanto una derivación directa del arte Levantino; y una segunda que no admitiría la participación pictórica levantina y reduciría el fenómeno a un cambio de mentalidad venido de Oriente.

A la hora de datarlo las dificultades no son menores, y pese a haber sido asociado con las primeras sociedades agro-ganaderas del Neolítico y con el desarrollo del poblamiento calcolítico,  nos hace pensar en la pervivencia esquemática hasta el Bronce final e inicios de la Edad del Hierro

Compuesta por una amplia variedad de motivos esquemáticos, en los que se utilizan como soporte generalizado superficies  de abrigos o covachos al aire libre, visibles a gran distancia o cerca de un rio. Se trata de grandes e irregulares bloques de arenisca donde sus breves oquedades son lugares adecuados para la plasmación de los motivos.

Estas obras fueron realizadas en colores rojizos y con tintas planas, el color es el tono del pigmento ferruginoso extraído de las rocas,  después molido y mezclado con aglutinantes orgánicos de naturaleza proteínica, y su diversidad cromática vendrá dada por las tonalidades de las vetas y por el proceso de degradación. El tamaño medio de las figuras oscilan entre los 15 y los 20 cm, se dan casos de superposición y otros aprovechan los accidentes naturales del soporte para completar el trazado.

El análisis de los diversos abrigos o covachos ha proporcionado un catálogo e mas de 530 figuras  que se pueden clasificar en diecisiete tipos distintos: Antropomorfos, armas, puntos, barras, zigzags, signos varios (tectiformes, petroglifoides, ramiformes, esteliformes) además de otros motivos de difícil agrupación. Gracias a estos motivos se ha podido relacionar con otras estaciones de carácter similar distribuidas por toda la península. De todos los motivos destaca el predominio de los antropomorfos y los zoomorfos. Encontrando figuras humanas de carácter naturalista o seminaturalista, semiesquematicas o esquemáticas. De la misma forma encontramos representaciones de zoomorfos, especialmente cuadrúpedos, cuya esquematización más generalizada se limita a un trazo horizontal curvado  y cuatro apéndices inferiores; el animal puede aparecer aislado, en manada, paciendo o formando un conjunto con figuras humanas. El resto de los esquemas acompañan a figuras humanas y a cuadrúpedos, y de su asociación  resulta una temática variada y compleja, pero relacionada con los modos de vida de sus autores.

La abstracción de los esquemas dificulta su interpretación, ya que existe entre ellos determinadas composiciones que permiten trazar hipótesis e indagar en costumbres y ritos de sus autores, que ocuparon el reborde montañosos desde inicios del tercer milenio a C. En los abrigos se aprecian figuras humanas asociadas a cuadrúpedos en plenas tareas ganaderas y de caza, mientras que otras se enlazan con motivos arbóreos, pudiendo reflejar actividades recolectoras. Además encontramos antropomorfos que  sujetan con sus manos diversos instrumentos agrícolas y escenas de domesticación y esquemas que sugieren el cerramiento de ganado. Este ciclo quedo reflejado en Peñón del Manjeo donde se encontró en un pequeño friso, un dibujo con tres figuras humanas, varios cuadrúpedos, un rectángulo irregular dividido por un trazo vertical, dos esteliformes  y una sucesión de líneas horizontales. El panel está dividido en dos por una grieta, algo que no parece accidental ya que a la izquierda al pie del soliforme representado se distribuyen sin orden los pastores y sus animales mientras que a la derecha los animales están agrupados.

Además puede extraerse de toda una serie de figuras y figuraciones distintas concepciones espirituales de sus autores. Diversos motivos, ídolos tienen forma de mascara ceremonial que cubrirían la personalidad de un jefe, hechicero o persona de influencia en la comunidad. Hay representadas escenas funerarias  como la que aparece en Abrigo del  Tubo o la insinuada con el trazado de un motivo  de estela en La Peña de los Plantíos. 

Tal vez podría darse un culto al solo y a otros astros; y también un culto al bóvido, especialmente al toro. Y quedan dibujados muchos motivos extraños que bien podrían hablar de ciertas ceremonias rituales. 

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