En el marco de la
museología y el género lo museos son valorados como espacios de valores
históricos y de comunicación social, y por lo tanto son un medio útil para
hacer visibles a las mujeres, hay que ver los museos de arqueología como
elementos que permiten el desarrollo de narraciones y discursos integrados. Es necesario definir
el concepto de género y el avance de esta visión como categoría de análisis
actual en las ciencias sociales. Su adscripción
a la corriente teórica que considera el género como una categoría
cultural construida sobre unos elementos de diferenciación biológica y aplicada por distintas sociedades en
distintas épocas, queda marcada desde el principio. La aparición del género
como perspectiva en las ciencias sociales está íntimamente relacionada con la
preocupación de feminismo de la década de los años setenta y ochenta del siglo
XX por introducir a las mujeres como sujetos activos de la historia. Así el
desarrollo de la arqueología de género
en Europa ha sido muy heterogéneo, con zonas de una amplia tradición, casos
como Inglaterra o Suiza, o en diversos países del continente europeo, por el
contrario, se ha ido incorporando de
forma lenta y desigual. Concretamente, en España, en los últimos años, la
perspectiva del género ha experimentado un importante desarrollo, tanto en el
campo docente como investigador, haciendo aparición en las universidades con la
incorporación de materias, desarrolladas a partir de esta perspectiva, en sus planes
de estudios. Esto es significativo como fruto del mayor peso que la sociedad está
otorgando a los estudios de género. De la misma forma, internet ha abierto
muchas posibilidades y ha facilitado el trabajo en red a través de distintas
asociaciones y redes de trabajo.
En cualquier caso,
desde una visión contemporánea de la historia y la arqueología, se puede
considerar que es necesario incluir la visión del género como una categoría de
análisis de las relaciones sociales de cualquier cultura, a pesar de la
dificultad que puede llegar a representar su aplicación. Existen diferentes
campos de interés para el desarrollo de
la arqueología de género; en el mundo de las culturas mediterráneas
protohistóricas, los contextos donde más se ha podido explotar esta temática
son especialmente los funerarios o religiosos, así como las actividades de
mantenimiento vinculadas a los espacios de hábitat y la vida cotidiana.
En el marco
jurídico se pueden citar diferentes leyes que, o bien reconocen la perspectiva
de género como categoría transversal en la investigación y la tecnología, y la
puesta en marcha de unidades y planes de igualdad en distintas administraciones
públicas (ley 14/2011). Algunas leyes autonómicas, como la ley 8/2007 de Museos
y Colecciones Museográficas de Andalucía, reconoce la igualdad de género en las
instituciones culturales. En el ámbito del Ministerio de Cultura y sus museos
estatales, cuyas iniciativas apuestan por esa investigación del género a través
de distintos convenios de colaboración
para el estudio. En los museos
estatales, un gran porcentaje del
personal de los diversos museos estatales es de género femenino, tendencia que
también se deja ver en las visitas. Estos avances y la mayor presencia femenina
en los círculos científicos, académicos y museológicos conducen a que en el
museo y su exposición se abra naturalmente a nuevos valores de significación
social.
Si nos concentramos
en las instituciones museísticas, los museos arqueológicos han experimentado un
avance destacable. Dentro del panorama de museos estatales de la última década
podemos destacar diversos museos, como el museo de Altamira, el Museo de
Albacete, Museo Arqueológico de Asturias, etc. A estas actuaciones debemos
añadir otras propuestas impulsadas por distintas administraciones locales en
los últimos diez años. Otros museos marcan diversos planteamientos conceptuales
y distintas propuestas y estilos, de forma más tecnológica, sensorial,
equilibrada o neutra. A pesar de esto, la renovación de las infraestructuras no
tiende a coincidir con la renovación de los discursos en la exposición.
El discurso, y el
relato museístico, sobre las sociedades del pasado resultan, a menudo, incompletas,
parciales o claramente androcéntricos. Estos discursos y sus imágenes se han usado históricamente
como argumentos legitimadores de situaciones de discriminación o de
desvalorización de las mujeres. Por ello, los museos, pueden brindar
oportunidades a la integración y la normalización y contribuir de manera
efectiva a la igualdad.
Distintos proyectos
de investigación han demostrado que el uso del lenguaje no es algo que se deje
al azar. La expresión y uso de la palabra no es algo inocente. Se ha demostrado
que aunque se ha vinculado el término humanidad con término hombre, estos no
son sinónimos. De forma que así se visualiza un sesgo sexista en nuestra lengua
cotidiana y común, muchas veces usado de forma inconsciente. De esta forma es necesario
avanzar para hacer visibles a las mujeres en los discursos expositivos de
nuestros museos, intentando desviarnos del lenguaje sexista, evitando así el
lanzar un mensaje androcéntrico.
En el caso concreto
de los grafismos de las exposiciones, la situación suele darse similar. Muchas
veces, las “instrucciones arqueológicas” sobre la flora, la fauna, el paisaje,
las estructuras domésticas y urbanas, etc. Suelen ser muy precisas. Y sin
embargo apenas se aportan indicaciones sobre que personas y de qué edad se
representan; haciendo qué clase de labores; en que actitudes o con que gestos.
Además, no se deja claro cómo deben aparecer, si como elementos protagonistas o
elementos secundarios. Claro ejemplo lo
encontraríamos en los clásicos esquemas de la evolución humana, en la que solo
se ve la evolución del hombre masculino, recalcando una vez más la vinculación
de humanidad con hombre masculino, que deja en un incómodo silencio a la
presencia femenina en la misma evolución, como si esta no hubiera evolucionado.
Aunque parece ser que la situación se está revertiendo, apareciendo ya museos,
cada vez más, en los cuales dan una visión dual de la evolución, pero de una
forma desequilibrada. Que no se puede ignorar que las representaciones
históricas soportan el peso de la antigüedad y de la ciencia arqueológica. Y
que su importancia es vital, ya que esto
es lo que cala en el público y son estos los valores que se trasmiten,
recalando especialmente en niños y niñas. Aunque estas representaciones no
constituyen la norma, ya que en la mayoría de los museos se sigue manteniendo
el discurso de la mujer con una disposición secundaria, en espacios interiores,
realizando tareas poco valoradas en la actualidad y relacionas únicamente con
la crianza y el procesado de los alimentos. Pero como se ha mencionado poco a
poco, esta visión va desapareciendo y van apareciendo otras representaciones en
las que ya no solo las mujeres, sino otros sujetos sociales hacen aparición,
siendo participes de la actividad principal como mecanismos imprescindibles
para su desarrollo. Estas revisiones están afectando también a la propia
categorización de la cultura material. En la exposición permanente de los
museos arqueológicos se suele incluir en los últimos años módulos temáticos
sobre el método de trabajo de los profesionales de la arqueológica, haciendo
visible la participación activa de la mujer.
En las imágenes de
las mujeres representadas en tres dimensiones correspondientes a pasados
remotos están cada vez más presentes en los museos como elemento divulgador de
la ciencia.
Complementariamente
a los discursos de la exposición y su museografía, es necesario plantar
estrategias educativas que revisen estos estudios de género en los museos. En
este sentido son esenciales las ideas previas que se traban en los centros
educativos, y para ello es necesario la creación de talleres o grupos de
trabajo sobre la representación de los roles de género y la revisión de piezas,
conjuntos de colecciones o temas específicos de la exposición. Así la educación
en los museos puede convertirse en un agente de transformación social y la
revisión de los discursos desde una perspectiva integradora puede contribuir de
una manera concreta y real al paulatino cambio social.
En paralelo al
proceso de democratización de la cultura, el enfoque de género en el ámbito de
la museología se configura como una herramienta esencial para asegurar la
igualdad entre hombres y mujeres al actuar el museo como centro de trasmisión
de la memoria de una comunidad y por lo tanto de construcción de su cultura. En
esta línea hay todo un camino por recorrer y muchos retos pendientes. En el
ámbito público se ofrecen una multitud de posibilidades de sensibilización e
interacción. En el caso de los museos de arqueología se fomentan una serie de
valores sociales ya que la propia arqueología
hace ver la historia desde una perspectiva amplia y promociona la
solidaridad humana al ocuparse de los restos a través de fuentes directas.
Permite, además, proporcionar evidencias sobre identidades e inquietudes
básicas de los seres humanos, permitiendo conectar con otros intereses y
materias, fomentar el respeto sobre el valor colectivo del patrimonio, y
despertar la conciencia social frente a las diversas fobias y desigualdades,
dando en su lugar una racha de aire en favor de la convivencia y la igualdad.
Concretamente en el campo del género, las grandes metas planteadas, son
desterrar esos mensajes tradicionales que asimilan a los hombres con las tareas
principales y a las mujeres con una actitud pasiva; explicar y expresar que la
división del trabajo indica diferencia y no preeminencia o jerarquización en
las tareas que han de realizarse en cada grupo. En conclusión, alejarse del
discurso de la invisibilidad, inferioridad o escasas función social de las
mujeres. El objetivo sería desterrar los sesgos androcéntricos presentes en los
museos y transmitir con claridad que las mujeres forman parte de la historia,
en pos de una educación por la igualdad.
Me gusta las reflexiones que planteas para integrar la igualdad de género. Es respetuoso y una gran apuesta por avanzar en los estudios de la historia.
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