Hay momentos trascendentales a lo largo de la historia, acontecimientos que cambian el paradigma internacional de una vez y para siempre. La Revolución Americana es uno de estos hitos históricos trascendentales que cambió por completo el modelo de pensamiento europeo. Representó no sólo el primer connato de revolución liberal del mundo, sino también el lugar que sirvió como punto de partida para un movimiento que ha marcado aún más profundamente nuestra historia reciente, la Revolución Francesa. Es lícito plantear incluso, que sin la revuelta de las Trece Colonias Francia no habría llegado a culminar su proyecto liberal. Ambas revoluciones se retroalimentan ideológicamente, puesto que Jefferson, Adams o Franklin no habrían sido nada sin Locke, Montesquieu y Voltaire, pero Robespierre, Marat o Danton quizás no habrían tenido éxito sin el ejemplo de sus vecinos transatlánticos.
Pero
toda historia tiene un comienzo y la búsqueda de la independencia se
gestó a fuego lento durante todo el siglo XVIII. Las razones que
llevaron a un puñado de colonias a levantarse contra su propia
patria no surgieron un día por generación espontánea, fueron el
resultado de un nuevo modelo de pensamiento que venía
desarrollándose en Europa desde la Gloriosa Revolución inglesa y
que iría concretándose ideológicamente gracias a personajes como
ese Leviatán que había asolado las noches de Hobbes, el Contrato
Social que tanto había preocupado a Rousseau, la división de
poderes de Montesquieu, o, en última instancia, a ese príncipe al
que con tanto afán había tratado Maquiavelo de dotar de una
legitimación que fuera más allá de la divinidad, la sangre y el
derecho hereditario. Un príncipe nuevo que fuera capaz de gobernar
un Estado nuevo únicamente con su fuerza, una fuerza que obtendría
gracias a la organización que plantearían sus sucesores.
Sin embargo, las causas políticas, ideológicas, son complejas y necesitarían una mayor reflexión, por lo que pretendo desarrollarlas de manera más concreta en futuros artículos. Pero además del desarrollo de un nuevo modelo ideológico, lo cierto es que la revuelta colonial tuvo también una serie de causas más cercanas a la vida de los americanos. No todos aquellos que empuñaron sus armas en nombre de la independencia comprendían el entramado político que se encontraba detrás de sus acciones, muchos fueron hombres que simplemente luchaban por defender sus derechos, unos derechos que creían que Inglaterra había violado.
La
Revolución americana comenzó a desarrollarse mucho antes de que
Inglaterra decidiera aumentar sus impuestos y oprimir fiscalmente a las colonias. Se gestó antes de Filadelfia, Boston o Virginia. Se
forjó en su propia organización, en su modelo de administración y,
incluso, en su modelo de colonización. A diferencia de lo que
ocurría en la América hispana, la zona británica estaba dirigida
oficialmente por un gobernador elegido por Inglaterra, sin embargo,
en la práctica los asuntos cotidianos eran tratados por una Asamblea
formada por los hombres libres de la colonia elegidos por sufragio
censitario y contaba con sus propios tribunales de justicia. De
manera que las colonias contaban con todos los elementos necesarios
para que su gobierno fuera autónomo, con una relación más
comercial que dependiente con la metrópoli.
Su
situación se complicó cuando las colonias empezaron a reclamar
mayores atribuciones sobre la tierra americana y, especialmente,
cuando trataron de expandirse hacia el oeste e invadieron el
territorio indio. La amenaza indígena obligó a los americanos a
recurrir a la ayuda de Inglaterra para garantizar su seguridad. Es
entonces cuando la situación de dependencia se agrava. Inglaterra
impondrá entonces un mayor control sobre sus colonias, establecerá límites e impondrá prohibiciones. Este aumento de la
influencia del gobierno central sobre los asuntos coloniales creará
cierta sensación de opresión e impopularidad entre los americanos
que no se mostraban favorables al excesivo intervencionismo inglés.
A
partir de la década de 1760 la situación en Inglaterra se complicó.
El Parlamento se vio sumido en una constante inestabilidad que ponía
en jaque constantemente la autoridad de Jorge III, además la guerra
fronteriza en las colonias resultaba particularmente costosa para un
reino que no se encontraba en su mejor situación financiera, pues se
encontraba en guerra con Francia por el control del territorio
canadiense. Por este motivo la cámara tomó la decisión de
publicar la Ley de Proclamación Real en 1763 que prohibía a las
colonias extenderse hacia el oeste y las instaba a comerciar con los
indios la compra de la tierra. El descontento se extendió
rápidamente entre los colonos que se mostraron poco dispuestos a
cumplir con sus obligaciones fiscales. La falta de liquidez económica
era un arma de doble filo, puesto que sin recursos económicos
Inglaterra no podía garantizar la seguridad de las colonias y
costear su defensa fronteriza, por ello, ese mismo año Lord Grenville
publicó la Ley del Timbre que gravaba todas las impresiones
norteamericanas. Pero además se aumentaron los impuestos de otros
productos como el azúcar, el té o la melaza, para evitar que llegaran al territorio
norteamericano a través del contrabando con las colonias españolas.
A
partir de este momento la situación se descontrola, las ciudades
costeras, cuya forma de vida estaba íntimamente ligada al comercio
son las más afectadas por el aumento de los impuestos e inician una
serie de propuestas formales que son enviadas de manera pacífica al
Parlamento. Sin embargo, Inglaterra se niega a responder a las
demandas de sus colonos, cuya presencia en el gobierno central es
nula, por lo que exigirán mayor representación y atención. La
negativa de Inglaterra a responder a las demandas de las colonias
genera una nueva concepción de la situación con respecto a la
metrópoli, un sentimiento de “nosotros” contra “ellos” que
se extiende por todo el territorio. Progresivamente las reclamaciones
dejan de ser pacíficas y se inician movimientos de boicot hacia los
productos ingleses y finalmente se producen los primeros estallidos
de violencia.
En
1767 John Adams es el primero en plantear la posibilidad de iniciar
un proceso de independencia, a su propuesta se unen otras voces y la
reacción inglesa no se hace esperar y atraviesa el territorio
americano con gran dureza. En 1770 las tropas británicas disparan
contra civiles desarmados en lo que se conoce como La Masacre de
Boston, un acontecimiento que
servirá como mecha para la difusión y expansión del sentimiento
independentista. El sentimiento de unidad entre los colonos crece en
la misma proporción que el resentimiento y el odio hacia Inglaterra.
En 1773 la revolución está cada vez más cerca y los colonos
deciden iniciar sus primeras acciones directas contra el dominio
británico, logran hacerse con el control de un cargamento de té y
lo arrojan al mar con las consiguientes pérdidas económicas para la
compañía de las Indias Orientales. El Motín del Té de
Boston se convierte en uno de
los emblemas de la lucha colonial y pronto será imitado por otras
ciudades. Inglaterra responde de nuevo con dureza, cierra el tráfico
comercial de Boston ahogando los recursos de la ciudad y traslada la
justicia colonial a la metrópoli, además impone un control directo
sobre las instituciones políticas de Massachussets.
En
respuesta a los abusos e injusticias cometidas por Inglaterra los
colonos deciden reunirse en un Congreso Continental en Filadelfia,
allí reflexionaran sobre los derechos de las colonias, la
organización de la resistencia y la posibilidad de iniciar una lucha
armada. Al año siguiente se produce el primer enfrentamiento armado
entre las tropas independentistas y los regulares británicos. El
segundo Congreso Continental presentará una nueva queja formal por
escrito a Jorge III bajo el lema de La petición del ramo
de olivo con la intención de
evitar la guerra, pero el rey se niega a escuchar a unas colonias que
considera en rebeldía.
Poco
después el Congreso tomará la decisión de iniciar una guerra por
la independencia comandada militarmente por el general George
Washington y el 4 de julio de 1776 publica su Declaración de
Independencia firmada por miembros de las Trece Colonias. A partir de
este momento Estados Unidos se convierte en una realidad y es
considerada por los colonos una nación soberana e independiente que
se organizará sobre las bases ideológicas del republicanismo y el
liberalismo y que se construirá sobre la unión de todas las
colonias bajo una única ley superior a todas las demás, la
Constitución.
Nacen
así los Estados Unidos de América que a lo largo de sus poco más
de 200 años de historia ha logrado convertirse en la primera
potencia mundial e incluso revertir su situación original llegando incluso a hacer
que Inglaterra, y el resto de Europa, dependan económica y
militarmente de ellos.
La
Revolución Americana marcó el inicio de las revoluciones
liberales en Europa, pero también afectó profundamente al resto de
América, a la América hispana, que poco después e inspirada por
sus vecinos del norte iniciará sus propios procesos de
independencia.
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