Nacido y propagado en sus inicios
como una corriente divergente del judaísmo, a su vez ajena en principio al
mundo religioso greco-romano. La consolidación del cristianismo como religión
debió darse de forma definitiva a mediados del siglo II d.C., en parte gracias
a sus contactos con la civilización griega, de la que tomo numerosos prestamos
tanto éticos, como ideológicos. Sin embargo su identidad espiritual no vería su
pleno desarrollo hasta que no sufrió en fuerza religiosa del mundo romano, y de
esta manera constituirse como fuerza protectora de la sociedad y el imperio. En
Hispania, las transformaciones que se producen implican un cambio de mentalidad
que afecta al ambiente religioso. La introducción del cristianismo no solo
chocó con unas estructuras ideológicas romanas, sino que además debió hacer
frente a un pensamiento religioso tradicional de corte céltico.
Imagen Extraida de : http://www.destinoytarot.com/que-son-los-paganos/ |
A pesar del auge del
cristianismo, este no pudo desalojar las viejas ideas y antiguas creencias de las comunidades rurales, especialmente aquellas
que tenían un intenso pasado céltico reciente, que a su vez poseían una carga
ideológica que reflejaba la esencia de la vida económica y social primitiva,
donde se observa una sacralización de las fuerzas, elementos y eventos
naturales.
En este ambiente el cristianismo
se abrió paso mediante un duro enfrentamiento para hacer prevalecer un
pensamiento religioso que se encontraba anclado en una corriente ideológica
diametralmente opuesta.
Pero ¿Cómo se expandió el
cristianismo por la península ibérica?
Para explicar de manera breve
esto, debemos situarnos en los momentos anteriores a la paz de Constantino (313
d.C.) En este momento, las relaciones entre paganismo y cristianismo aparecen
marcadas por un claro signo de enfrentamiento y contraste. El enfrentamiento
comienza a plantearse como un problema político, en base a una obediencia a la ley de los emperadores, cuestión que los
cristianos suelen evadir al no sentirse
sometidos a la voluntad del emperador.
En el siglo III, el cristianismo
ya parece bien asentado en la península; y será a partir de la confesionalidad
del estado romano, realizada con Constantino, cuando empezara a superponerse la
nueva religión sobre los sistemas
religiosos anteriores. Así podemos remontarnos a finales del siglo II d.C.,
momento en el que ya tenemos constatadas comunidades cristianas instaladas en
la península. Unas comunidades que van progresivamente dotándose de una organización que irá encaminada hacia la constitución de
obispados, no sin antes dejarse un buen número de mártires en el camino
Aunque nos parezca que el
cristianismo tuvo un efervescente crecimiento, la realidad nos indica que su
expansión fue más bien lenta, no ajena a las dificultades ideológicas y
organizativas, que se mantenían al ritmo de las propias transformaciones que se
producían en el imperial.
En las regiones donde la
romanización vivió un proceso lento o incompleto, como es el caso de la
Celtiberia o norte peninsular, que además se vio aquejado de un proceso de
visigotizacion; permitió soterradas y
mantener algunas estructuras indígenas, básicamente rurales con su
correspondiente ideario indígena.
Es común que los lugares de culto
se vean reutilizados a lo largo del tiempo. De esta manera han podido
sobrevivir rituales político-religiosos, que incluso han pervivido hasta
nuestros días. Estos lugares han conseguido resistir el paso de las religiones
romana y cristiana. La ocupación, la utilización y destrucción de estos espacios, no necesariamente en ese
orden; al igual que en todo el imperio, en Hispania debió ser motivo de
enfrentamiento entre la población hispanorromana, con un fuerte arraigo de
carácter natural-céltico o bien estatal-romano, y la nueva religión entrante.
No nos es extraños los casos en
los que los cristianos destruyeron templos paganos, o bien los reutilizaron
como iglesias, y aunque el conflicto comenzara en igualdad de condiciones,
según los cristianos iban ganando terreno, las manifestaciones violentas e
intolerantes iban prevaleciendo sobre las acciones pacíficas.
Con la decadencia del urbanismo
en el siglo III, el espacio rural que mantenían su estructura social gentilicia
arcaica y sus propias creencias religiosas, provoco un choque con un
pensamiento religioso tradicional, que apenas se había visto adulterado por las
prácticas tolerantes de Roma en este aspecto.
No sería hasta el siglo IV y
alcanzando su límite en el siglo VII d.C., que el cristianismo habría
conseguido asilar, pero no erradicar, las viejas creencias de las comunidades
rurales. La prueba evidente de esto la veremos en la constante presencia de
este tema en los distintos concilios, lo que muestra que tanto cultos
romanos-paganos, como los cultos de origen celta, consiguen atravesar la
frontera que supone el cambio de la tardo-antigüedad para conseguir prolongarse
hasta periodo altomedieval.
De esta forma vemos, que la
Península Ibérica, poblada mayoritariamente pos poblaciones de origen céltico,
y con una fuerte tradición pagana. Esto supuso un frente de resistencia a la
expansión del cristianismo por la península ibérica. Estos grupos simplemente
fueron cediendo ante la presión, pero
siempre resignándose a desaparecer, llegando a representar una autentica
preocupación para las autoridades cristianas que poco a poco se iban haciendo
con el control y que buscaban la total desaparición de las estructuras y formas
paganas
Con tus publicaciones sobre la Historia me va a terminar gustando.
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