martes, 12 de mayo de 2015

La Caida de Roma: Las invasiones (II). La batalla de Adrianopolis

Como vimos en el anterior post sobre las invasiones, donde el empuje de los hunos fué la causa principal de estos movimientos. Durante este movimiento, vimos como los godos se veían divididos en dos grupos en función de quien fuera su patrón protector, los hunos para los ostrogodos y los romanos para los Visigodos. Estos últimos marcarían, en los años posteriores una realidad que los contemporáneos del momento se negaban a ver, la caída de Roma, en su sección occidental, y tres serían sus capítulos principales al respecto, la batalla de Adrianopolis en el 378, el traspaso del Rin en el 406  y el saqueo de roma en el 410.


En el presente Post, nos centraremos en la más temprana y que significó el cambio en la forma de ver la guerra de Roma.

Con la llegada de los Hunos y el desplazamiento de los godos, el grupo de los visigodos, debilitados por las querellas religiosas y las derrotas infligidas por el emperador Valente. Obligados por la circunstancia, este grupo, bajo el liderazgo de Fritigerno y Alavivo, solicitó licencia a la autoridad imperial para pasar el Danubio y asentarse en Tracia, el emperador Valente, accedió pensando que esto le podría aportar nuevos reclutas para su ejército.

La situación que se desencadenó no pudo ser peor. Estafados por los comerciantes fronterizos, los visigodos se vieron humillados en Tracia, forzando a muchos de ellos al bandidaje, lo que atrajo la cólera imperial. De esta manera vemos como dos fuerzas encolerizadas se preparaban para la batalla, unos humillados por el trato recibido y Valente enfurecido por lo que, a su percepción, fue un acto de barbarie sin fundamento.

De esta manera, cuando el gobierno imperial  trato de aniquilarlos, asesinando a tracción a sus jefes, estalló la guerra. Pero la constante llegada de fuerzas germanas del otro lado del Danubio, hizo insostenible la situación, obligando a Valente a Intervenir de manera personal. De modo, que en el 378, al mando de un gran ejército, el emperador se puso en campaña, situando el tesoro destinado a la financiación de la misma en la ciudad de Adrianopolis. Mucho se ha hablado del error que llevo al emperador Valente de no esperar a su sobrino Graciano, que se había puesto en marcha con un ejército occidental.

Una vez localizado el campamento Godo, Valente inicio la marcha cerca de las 14:00, recorriendo bajo un sol sofocante una distancia de trece kilómetros. Una vez llegado al lugar, ordeno a su ejército tomar posiciones. De una manera muy clásica, los jinetes romanos se posicionaron en los flancos, mientras que la infantería pesada y los auxiliares se desplegaron en el centro. El líder godo, buscando ganar tiempo, mando un sacerdote para iniciar parlamento, pero fue rechazado y devuelto a los germanos.

Desarrollo de la batalla de Adrianopolis:
Extraido de: http://ocesaronada.taurofoto.net/wp-content/uploads/2013/03/adrianopolis_mapa.jpg

El combate comenzó cuando unidades de escaramuzadores romanos, al mando de Casio y Bacurio, iniciaron el combate con el enemigo en la sección derecha de la línea romana, donde estaba situada una sección de la caballería romana, que termino siendo rechazada. En el otro flanco, la caballería romana seria también rechazada. Momento, que las líneas godas del centro aprovecharon para iniciar el ataque debido a que la infantería romana no había terminado de desplegarse. La moral romana se desmorono, a pesar de que la sección izquierda de la infantería romana consiguió aguantar y abrir brecha en las fuerzas germanas. La tardía intervención  de la caballería goda de su ala izquierda, hizo que fuera rechazados por los jinetes romanos y hacerlos huir hacia los carromatos, pero al no poder contar con las reservas debido al caos en las líneas romanas, tuvieron que retroceder. Lo que continúo fue el desastre definitivo, la caballería goda del ala izquierda aprovecho la huida de la romana para envolver el flanco de la infantería, de forma que las unidades de a pie se vieron rodeadas y puestas en desbandada y masacradas.

No se sabe que fue de Valente, algunos especulan con su muerte de un impacto de flecha mientras sus fieles, Lanciarii y Matiarii, aguantaban la línea. Mientras que otras versiones defienden que el emperador huyo hacia una granja cercana donde murió cuando los godos prendieron fuego al edificio.

Tras la derrota de Adrianopolis, los godos marcharon rápidamente contra la ciudad ansiosos de obtener el tesoro ahí guardado, pero se vieron rechazados por las defensas. Acto se pondrían en marcha en dirección a Constantinopla, pero las imponentes defensas de la ciudad les hicieron replantearse las cosas, de forma que los godos y sus aliados  se dispersaron  para depredar las indefensas provincias balcánicas y danubianas hasta la Panonia Segunda. Sembrando un temor sobre un cercano fin del imperio.

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