Parafraseando a Orwell, “Si quien controla el pasado, controla el Futuro, ¿Quién controla el presente controla el pasado?” ¿Acaso es esta cita una de las pocas muestras de realidad que nos queda en los tiempos en los que vivimos? Últimamente, según voy escribiendo en el blog me doy cuenta de que la historia se encuentra secuestrada por la sociedad contemporánea, un secuestro que solo busca el claro objetivo de legitimar nuestros actos y mantener un control de una creciente masa curiosa. Por lo tanto el presente Post no deja de ser una reflexión personal sobre cuál es el actual estado de la historia. Y no en vano redundo en el concepto de “secuestro de la historia” una historia elaborada para darle sentido a nuestros actos como sociedad y reflejar un miedo a un pasado que realmente desconocemos por propio interés.
Extraida de : http://www.imagui.com/a/imagen-del-arte-pre-historia-TzEarLeax |
Lo que conocemos como historia es
un “constructo”, un artificio que nos permite localizarnos en el presente
usando como punto de referencia el pasado para poder enfocar un futuro. Pero
nunca intervenir en este último, hasta que el segundero lo convierte en
presente.
De esta manera vemos que la
historia no es algo inamovible, sino que es más parecido al arte abstracto, en
el que cada espectador tiene su opinión de lo representado. Y es libre de
guardar su opinión o expresarla, al fin y al cabo el acto máximo de libertad es
decidir si se quiere hacer o no algo.
En las últimas semanas, hemos
sido testigos de uno de los peores actos contra la “historia” como ideal. Hemos
visto como intencionadamente el ser humano usaba a otro ser humano para
destruir su historia. Y amigos, la historia ha llorado, ha sufrido, y nos ha
señalado a todos, no solo a la mano ejecutora, sino a la pasiva mirada que
hemos tenido al respecto. Porque no hace falta irse lejos para descubrir como
mutilamos la historia para amoldarla a nuestros intereses.
Dependiendo del momento somos
capaces de hablar de Numancia como ejemplificación de la resistencia al
imperialismo y a la vez alabar la pertenencia a dicho imperio. Somos capaces de
hablar de los visigodos como bárbaros incivilizados cuyo fin último era la destrucción,
y a la vez catalogarlos como el más puro de los linajes españoles, que a su vez
resistió el ansia conquistadora de una fuerza que luego se convirtió en ejemplo
del mundo entero.
Mutilamos, y deformamos la
historia para convertirla en nuestras historias, nuestros cuentos de cama con
los que dormir tranquilos, pues Numancia, Adriano, Trajano, Ataulfo, Rodrigo, Pelayo,
Fernán González, los reyes católicos, el
gran capitán, nuestros mártires del 2 de mayo, y otro largo etc. de
personalidades. Están ahí para proteger nuestra historia, y convertirla en
nuestro escudo protector frente al mundo. Pero lo que consiguen con todo esto
es darnos, no un escudo, sino una jaula de contenidos. Una jaula en la que
decimos ser libres, pero jaula al fin y al
cabo.
De esta manera vemos que la
historia es usada para poder controlar nuestras emociones, nuestras ansias de
libertad. Le damos forma física, constante e inmutable a lo que realmente es un
flujo. La historia es como un rio de información, al que hemos tratado de encauzar
y limitar, la hemos trazado a golpe de hito, y la hemos organizado para poder
entenderla en un espectro básico.
Muchas son las investigaciones
que acaban antes de empezar simplemente porque no interesa realizarlas, muchas
son las que son silenciadas y otras tantas anunciadas a bombo y platillo sin
tener ningún dato concluyente.
Así vemos y vivimos una historia
explicada para darle sentido a un mundo que no entendemos, o no queremos
terminar de entender, secuestramos la historia para así convertirla en nuestra
historia. En algo manejable y fácil de entender, para una mente perezosa y que
interesa mantener perezosa.
Interesante reflexión. A mi no me enseñaron Historia, me enseñaron a memorizar esos "cuentos". Imagino que cuentos tan distintos según quien los cuente y en qué país.
ResponderEliminarEste post me hace pensar sobre la manipulación constante de la información. Evidentemente a una pequeña parte del mundo no le interesa que se conozca la verdad, por lo cual mi conclusión es que lo que suena es ruido y hay que saber donde encontrar lo cierto.
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